Volví del recital del Indio (mí noticia, mí dolor)
Cuento esto porque primero fui, por eso me animo a opinar, como hace tiempo iba a los shows de Los Redondos, como también asistí al recital anterior, en Tandil. “La expresión máxima del anarquismo por estas tierras. No hay seguridad, ni policías y no pasa nada, entran con o sin ticket”, le había dicho a un amigo que acusaba al Indio de forrarse de plata.
No soy tan ingenuo de creer que no, pero por experiencia, también sé que quien no tiene para pagar, pasa, como una verdadera redistribución de las riquezas. Arriesgaría que el sesenta por ciento paga y el resto no y que esto está contemplado.
Creo que acá está la punta del ovillo, se fue corriendo la voz, Tandil ya había sido un record. Recuerdo que no había ningún control para ingresar. Por eso esta vez se duplicó, porque es gratis y solo hay que llegar.
Me siento un poco defraudado, no por la plata que recaudó, ni por los mensajes políticos que rezó en la noche fatal de Olavarría: “No permitan la baja de edad de imputabilidad, quieren meter en cana a los pibes”. “Si tenés dudas y estás cerca de los cuarenta años, andá con las madres”, por el contrario, con eso me siento completamente identificado, mi decepción, es al sentir que Solari se dejó comer por el ego, por su ambición de multitudes, por esas más de 200 mil almas, como bien lo dijo, sonriente, en uno de los parates del show, “es algo que no pasa en ningún lugar del mundo”. Es verdad, pensé, “esto es histórico, estoy en algo histórico”. Y acá, aparecía el ego que ahora me comía a mí ¿Cómo juzgar a quién genera semejante locura?
Lo cierto es que al salir, estaba todo colapsado, las tres calles que iban hacía la ruta, parecían una trampa, no había carteles, empujaban, se caían, se desmayaban, de la desesperación terminé en el techo de una casa, ayudé a subir a una piba que estaba con un bebé, pronto éramos veinte mirando como todos chocaban. Podría haber sido peor, mucho peor.
Pude volver del recital del Indio y esta es mí noticia, mí dolor.
Hasta ahora no puedo juzgar a Carlos Solari. Sí lo haría, sí me enterase que supo de las muertes y continuó el show, cosa que me niego a creer por comentarios que fue haciendo. Intuyo que se enteró sobre el final y que por eso no volvió a salir, terminando un recital, por primera vez, de forma abrupta.
Pero hay muertes por sobre-población. La gente echará culpas y habrá culpables. Ojalá que los familiares de las víctimas tengan algo de consuelo con lo que la justicia indique.
No soy tan ingenuo de creer que no, pero por experiencia, también sé que quien no tiene para pagar, pasa, como una verdadera redistribución de las riquezas. Arriesgaría que el sesenta por ciento paga y el resto no y que esto está contemplado.
Creo que acá está la punta del ovillo, se fue corriendo la voz, Tandil ya había sido un record. Recuerdo que no había ningún control para ingresar. Por eso esta vez se duplicó, porque es gratis y solo hay que llegar.
Me siento un poco defraudado, no por la plata que recaudó, ni por los mensajes políticos que rezó en la noche fatal de Olavarría: “No permitan la baja de edad de imputabilidad, quieren meter en cana a los pibes”. “Si tenés dudas y estás cerca de los cuarenta años, andá con las madres”, por el contrario, con eso me siento completamente identificado, mi decepción, es al sentir que Solari se dejó comer por el ego, por su ambición de multitudes, por esas más de 200 mil almas, como bien lo dijo, sonriente, en uno de los parates del show, “es algo que no pasa en ningún lugar del mundo”. Es verdad, pensé, “esto es histórico, estoy en algo histórico”. Y acá, aparecía el ego que ahora me comía a mí ¿Cómo juzgar a quién genera semejante locura?
Lo cierto es que al salir, estaba todo colapsado, las tres calles que iban hacía la ruta, parecían una trampa, no había carteles, empujaban, se caían, se desmayaban, de la desesperación terminé en el techo de una casa, ayudé a subir a una piba que estaba con un bebé, pronto éramos veinte mirando como todos chocaban. Podría haber sido peor, mucho peor.
Pude volver del recital del Indio y esta es mí noticia, mí dolor.
Hasta ahora no puedo juzgar a Carlos Solari. Sí lo haría, sí me enterase que supo de las muertes y continuó el show, cosa que me niego a creer por comentarios que fue haciendo. Intuyo que se enteró sobre el final y que por eso no volvió a salir, terminando un recital, por primera vez, de forma abrupta.
Pero hay muertes por sobre-población. La gente echará culpas y habrá culpables. Ojalá que los familiares de las víctimas tengan algo de consuelo con lo que la justicia indique.
Tranquilos y tranquilas comentaristas de las redes, serruchadores y serruchadoras de árboles caídos, a ustedes que tocan de oído, que ven por la tele. Ganen tranquilidad, estoy seguro que el Indio, no tocará más.
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