El futuro llegó hace rato, claro, en las primeras décadas del Siglo XX. Eso lo sabe cualquiera, que la ciencia y la tecnología no hayan estado a la altura de nuestras apetencias y ambiciones, a la altura del los innumerables avances que el Siglo XIX significó para las Ciencias Sociales, para la Literatura, no es responsabilidad nuestra. Que el contador automático de estrellas fugaces, las rosas de cobre, las medias de nylon irrompible se estrellaran contra la realidad y su go
bierno estalinista no puede achacarse a la falta de espíritu de los escritores. Por eso, los libros de Roque Larraquy –La comemadre Editorial Entropía), Informe sobre ectoplasma animal, en coautoría con el artista Diego Ontivero, (Eterna Cadencia II)-, son la prueba irrefutable de ese admirable espíritu de superación lumínica que signó de sombras el Titanic. Con una precisión de registro notable, el embeleso por una lengua capaz de tejer lo finísimo con el insulto procaz y una imaginación de época que sorprende por su efecto de verosímil, la pluma de Larraquy y su estampa de profesor impecable visitarán la Carne e infundirán nuestro deseo con pequeñas descargas eléctricas y cortes de precisión quirúrgica para revivirlo en grande. La cita es este viernes, a las 21, bajo el amparo de nuestra Colección Media estación, en La Casona de Flores, Morón 2453. Venid, vaquillonas, disfrutad del ocre plateado de un futuro que encalló en los inicios de la temible vigésima centuria.
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