Me encantó su diferenciación entre mundos fantásticos y mundos de ciencia-ficción. Su diferenciación entre sentir miedo y escribir historias de terror. Su modo de unir, en su última novela que me debo leer, todos los universos de su obra que venían construyéndose desde siempre: hasta La hermana menor como biografía de Silvina Ocampo, dice la autora, pertenecen a su mismo habitat de escritora.
Creo que lo que más me gusta de escuchar hablar a Enriquez (lo he hecho muchas veces en distintos formatos, incluido el seminario de Drucarof en el que ella fue a nuestra aula de Puán) es que tiene una medida hermosa de hablar de sí misma sin agrandarse ni achicarse, sin falsas modestias ni estúpidos pudores, sin bombos ni planillos, con la música de su propia vida autovalorada.
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