Es que me gustan tantos estas minas que se bailan todo y tienen tantas energías y te enseñan tan bien que, cuando vi que la tarjeta me financió todo la deuda acumulada, sentí que tenía que invertir mi dinerillo en algo muy muy muy lindo. Así que taller con la divina de Macarena que conocí en su casa de San Telmo (culo mundis) y disfruté en un seminario en Lugano el año pasado con Markus. Ella se hace mover hasta los músculos que no sabías que tenías. Y le hacés todo ochenta veces porque te sonríe y te habla en cordobés y te meás.
Y, como la ilusión completa es necesaria aunque sea en mi pieza, tres faldas hermosas (que no pude decidirme por una sola) de Matalaña. Que no sé cuando me las van a poder enviar pero al cabo que ni me inporta. Que apuro no hay, guapa.
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