Es tal cual eso. Y me lo estoy creyendo. Toda mi vida sientiéndome defectuosa por escribir, por imaginar, por pasármela con el culo chantado en un sillón y con papeles y era tan bello y normal.
Escucho charlas de escritores que cuentan su día a día y reconozco mi cotidianeidad, mi "familia": los mismos miedos a la locura, a la soledad, a las fobias, los mismos deseos de contar, de comunicarse, de ser escuchado y de leer.
Daniela Tarazona (me) hablaba recién en un vivo de feis sobre sus lecturas de niña del Mago de Hoz y de La historia interminable y en mi cabeza aparece la voz de mi propia madre (gallina tuerta y gato bizco para mi patita fea) diciéndome qué grande estaba ya a los 10 años para "toda esa pavada". Y lo escucho de otres y me parece tan sencillo y genial y bello a la vez, tan natural que no entiendo por qué en mí puede resultar tan ocultable. Bueno, sí, ya lo sé.
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