Qué alegría tener a la Urriola delante y recordar cuando la conocí y contarle a la chica de al lado y al señor del café que la escuché leer cuando ambas teníamos 20 o casi 20 años en la Bienal de Arte Joven.
Al principio el taller no me parece gran cosa: una consigna, un par de "pies forzados" como parece ella llamar a los disparadores para la escritura (un artículo en un diario sobre robots que narran historias, una música en el celu)y ella que se va afuera por media hora. Luego todos leemos lo que ella nos pidió no reprimir, escribir como fluir de la conciencia. Yo la primera y me gusta lo que leo. Ella a todes nos dice "Buenísimo" pero mi buenísimo me gusta más que el que le dice a los demás. Al retomar algunas cuestiones generales sobre todas las producciones dice que en algunos no se ve la voz del robot y que cuesta salir del yo biográfico y remachaca en la cuestión que da nombre al taller: Construir un mundo, cada poema como condensaciòn completa de un mundo completo, como creaciòn de algo que no existìa antes. Alguien le recuerda que lo de ella es prosa poética en oposición al yo lírico. Malú no se defiende (porque no hay ataque, porque es otra la idea de poesía). Yo tengo ganas de decir que el yo lírico es el mayor de los personajes y que lo que yo escribí está en prosa aunque lo haya leído como verso. Pero me callo.
De a poco el encuentro empieza a tomar otra dimensión para mí. No pasa mucho más. Malú dice que es muy importante la ironía para despegarse de la repetición de la realidad, del meramente representar como se dice en Chile "pez en el agua y pájaro en el cielo". Dice que en mi texto hay ironía y está buenísimo. Yo me anoto mi segundo buenísimo de la tarde.
Luego cada quien lee un poema que esté trabajando. Hay gente que trajo poemas ya publicados y Malú dice que eso ya está listo y la idea era tallerear. Otros no trajeron nada. Un par me gustan mucho y Malú marca cositas, puntos, hilos para seguir dandole vida cada uno a su mundo. A mí me dice que lo de los boleros (leí "Géneros musicales") lo tomó en Chile Fanny Campos (ya te puse algo de ella aquí abajo y sigo googleandolá)y que es al pedo usar boleros para hablar de amor, que está bueno para irse a otro lado como Almodovar con la historia de su madre o el travestismo.
Cuando terminamos le regalo uno de mis poecartones: el de la cajita de música. Le digo que la vi hace 20 años en la Bienal. Me sonríe, se acuerda que me tiene en el face. Nos despedimos.
Durante el regreso sus intervenciones se agrandan dentro mío. Tengo ganas de empezar como tres libros nuevos y pensar, como dijo ella, que la tarea del poeta, si tiene alguna, es doble: sobrevivir a la vida como todo mundo y dejar algo que antes no estaba en el mundo, un poema al menos.
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