lunes, 9 de marzo de 2015

Las raíces de una casa sin aberturas

Mariela Tulián

Publicado por Festival Internacional de Poesía de Córdoba 0 Comentario
Mariela Tulián
(San Marcos Sierras, Córdoba, 1976) Es miembro y autoridad ancestral de la comunidad indígena Tulián. Los últimos años se ha dedicado a la investigación histórica y al rescate de la memoria oral del pueblo comechingón. Integra la Coordinadora de Comunicación Audiovisual Indígena de Argentina (CCAIA). Escribe prosa y poesía, que publicó en forma colectiva. Está pronta a publicarZoncoipacha, el legado de Francisco Tulián, donde sintetiza el juicio a través del cual su comunidad recuperó la propiedad legal de su territorio ancestral. Dicho juicio se entabla ante la Corona Española entre los años 1804 y 1809 y refleja los fundamentos legales y espirituales del reclamo de dicho territorio.
* * *

Cuando el diablo
calza zapatos y medias de vestir
la noche se vuelve tímida
y habita entre los árboles;
los suicidas valientes
salen al claro entonces.
Déjame que bese tu frente.

Se de un hombre
que entiende todos los lenguajes
y aunque su propio idioma
es casi incomprensible,
cuando a mí se acerca,
a veces también lo entiendo.
Déjame que te sea fiel.

Desatino. Una hoguera
muerta a golpes.
Las raíces de una casa sin aberturas,
sin flores y sin fruto.
Entre nosotros,
un portal sin picaportes,
ahogado de cerraduras inacabables.

Para nosotros el amor
y la fuerza más poderosa
de este universo.

* * *

Porque no se puede encarcelar el corazón de un guerrero

Un día de agosto te acurrucaste
en el corazón de nuestra Madre.
Te entregué con todo el amor de mi alma,
porque nunca fuiste sólo mío.

Siempre fuiste del viento.
Mi pícaro colibrí que se detuvo un momento,
vuelve a volar por los cielos
y entre los ancestros.

Porque también le perteneces a la lluvia,
al trueno, al río,
ahora en su vientre sigues empapando tus pies
en los charcos del tiempo.

Porque le perteneces al fuego
a pesar de ser niño, abuelo niño,
le diste su justo valor a lo sagrado
y te fuiste en agosto.

Porque nunca fuiste sólo mío,
mi pequeño puma que vuelve a su monte.
Forjaste tu última travesura
y te marchaste con la Pacha.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...