La amistad nos es indispensable para el buen funcionamiento de la memoria. Recordar el propio pasado, llevarlo siempre consigo, es tal vez la condición necesaria para atesorar, como suele decirse, la integridad del propio yo. Para que el yo no se encoja, para que conserve su volumen, hay que regar los recuerdos como las flores y, para regarlos hay que mantener regularmente el contacto con los testigos del pasado, es decir, con los amigos. Son nuestro espejo, y solo se les exige que le saquen el brillo, de vez en cuando, para poder mirarnos en él.
Milan Kundera
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