Odio tus putos viajes a deshoras y tus agencias esclavistas y verte manejar habiendo dormido tres horas, pero a veces le veo el lado bueno: ir por la calle, rodar, por la noche. Anoche, luna llena, te dormiste en mi hombro de 12 a 12.45 y a la una fuimos juntos a buscar a dos "chicas grandes" que iban al boliche. Qué gente rara.
Hasta cargar gas en ruta 8 era romántico. Ni siquiera hacía falta parar en Trevi por mi helado, pero sí, gracias, estaba muy rico el limón alaska y tramontana.
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