domingo, 4 de enero de 2015

Esperpéntica, gore, descabellada

'Balada triste de trompeta', el payaso que no sabía hacer reír

16 de diciembre de 2010 | 10:12 CET

Beatriz Maldivia



Mañana se estrena el esperado último trabajo de Álex de la Iglesia, ‘Balada triste de trompeta’. No es otra película más de Guerra Civil, como algunos temerán. La contienda aparece únicamente en un prólogo —probablemente, lo mejor del film— que sirve para mostrar la infancia del protagonista y así definir a su personaje. El grueso de la acción transcurre en los últimos meses del franquismo. Por otra parte, los hechos históricos sirven únicamente de marco, pues la historia que se narra es la de un hombre que enloquece por amor y por haber sufrido mucho, un payaso que debe elegir ser triste porque no ha tenido infancia y nunca podría hacer reír a los niños.
Es un film desmesurado, que intenta integrar demasiados elementos, en el que ocurren muchísimas cosas y en el que la trama se va retorciendo sin fin hasta llegar a un final que se podría calificar de despropósito. Podría parecer que de la Iglesia se había alejado temáticamente de sus tendencias creativas, sin embargo, este trabajo encaja con su filmografía esperpéntica, gore, descabellada, de humor negro… la diferencia puede ser que lo haya hecho esta vez más a lo grande, pero no hay variaciones de estilo, sólo de ambición.
La reacción ante ‘Balada triste de trompeta’ sólo puede ser visceral, basada en lo que el film te ha hecho sentir. Me cuento entre quienes encontraron la experiencia poco agradable y confieso que no disfruté el visionado de los últimos minutos, pero no por ello afirmaría que me ha parecido mala, creo que pueden ser cosas compatibles. Yendo más allá podría hasta argüirse que, únicamente porque tiene la capacidad de provocar al espectador, ya es una cinta meritoria, pues de eso se trata el arte, de removerte algo por dentro, aunque sea el desayuno.
La película está muy bien dirigida, cuenta con una estética espléndida y nos introduce en un mundo muy rico, donde la escenografía y la dirección de producción parece que hayan echado el resto.


Interpretaciones



Los actores están magníficos. Había mencionado en otras ocasiones que encontraba muy cómico a Carlos Areces. Ésta es la primera vez que obtiene un papel protagonista con tantas intervenciones. Si bien hay veces que su forma de hablar provoca risas no intencionadas, su papel está muy bien encarnado, consiguiendo esa ternura del monstruo hasta los últimos momentos.
La cinta cuenta, asimismo, con grandes secundarios. El papel que tiene Antonio de la Torre puede pecar de exagerado y tópico en cuanto a su retrato, pero el trabajo del actor no merece ningún reproche. El resto del elenco, completado por Santiago Segura, Fernando Guillén Cuervo, Enrique Villén, Carolina Bang, Sancho Gracia o Juan Luis Galiardo, entre otros, resultan igual de carismáticos. La nota de calidad la pone la aparición de la película en la que Raphael canta el título de la película y dicta los movimientos del protagonista.


Referentes



Se ha hablado de referentes, como ‘La parada de los monstruos’ (‘Freaks’, 1932). Pero en ‘Balada triste de trompeta’ el circo no supone más que un escenario en el que la tristeza resuena aún más fuerte que en cualquier otro lugar. Que nuestro héroe sea un los payaso, hace más grotesca esta tragicomedia, pero no influye de manera directa en los hechos, como sí pasaba con la de Tod Browning, en la que las deformidades de los personajes les movían a su comportamiento terrible. Como historia de amour fou trágico y operístico comparte elementos dramáticos, pero carece de lo que mueve a los monstruitos a actuar y por ello, en la presente cinta, la justificación resulta esquiva.
Quentin Tarantino disfrutó de la cinta y la encontró graciosa. No niego que haya humor, pero a diferencia de lo que ocurre con el americano, de la Iglesia pone difícil reírse. Tarantino logra una separación emocional entre el espectador y los hechos, permitiendo al espectador reírse en una secuencia en la que se pegan doscientos tiros. Pero aquí no se ha producido ese distanciamiento y la violencia resuena con un efecto mucho más hiriente.


Concluyendo


‘Balada triste de trompeta’ es, en definitiva, una cinta a la que hay que acercarse sabiendo lo que se va a encontrar, con la prevención de que no va a resultar complaciente y con ganas de disfrutar el desparrame en forma de locura como virtud en lugar de percibirlo como defecto. Los seguidores de Álex de la Iglesia no quedarán defraudados, si bien otro tipo de público quizá es mejor que se lo piense bien antes de elegirla entre las opciones de la cartelera.

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