Hace 23 años, embarazada de mi primer hijo, yo estuve enamorada de mi profesor de francés. No me importa ahora que él lo sepa, que lea esto y diga Mirá vos, Paulita, siempre tan calladita. Yo tenía en aquel entonces 20 años y él... no sé, me entero ahora, 20 más y en la clase de L Alliance movía las manos de u modo indescriptible y hacía bromas tan tiernas que era imposible no amarlo. Me acuerdo que cuando yo dije, en mi francés titubeante, que era soltera e iba a tener sola a mi hijo y alguna compañera me miró de soslayo, él dijo que yo era muy valiente y que seguro no lo decía de entrada (sería la 2da o 3era clase) "pour ne pas epater les gens".
También me acuerdo de que nos preguntó cuántos libros en francés habíamos leído. Y todos nombraban tres, cuatro, hacían listas y yo no me acordaba cuántos había leído y él me dijo que eso era lo mejor porque se notaba que eran "incontables" por lo natural que sería para mí leer en esa lengua (!!!!!!).
Al año siguiente, con tres chicas más, empezamos a tomar clases en su casa. Era una maravilla tenerlo para nosotras solas: No me acuerdo exactamente cuándo me dio su libro de poemas pero acá lo tengo y sé que para su cumple me tocó a mí elegir el regalo grupal: Poemas completos de Marechal y 62 modelo para armar (que nunca supe si era una obviedad para él como regalo o realmente elegí bien).
Cuando dejé de verlo estaba escribiendo una novela para la cual me pidió mis manuales de la Nitach, mi máquina de tejer. Ahora que me manda un mail justo cuando ando cantando una de las canciones de Brassens que él me enseñó (ver más abajo: La mauvaise reputation) y me dice que ha publicado otro libro y que quizás nos veamos, por ahí me animo a preguntarle qué fue de esa historia de una mujer que tejía como yo.
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