Para que la Madre Tierra no muera volvamos a danzar alrededor del Sol y de la Luna
las danzas del cóndor, la serpiente y el venado.
Dejemos que nuestros corazones se desborden en cataclismos, y engendremos el vacío con nuestras palabras.
Dialoguemos en círculos en el día, y en media luna en la noche.
Hablemos en tiempo de ayer, de ahora y de mañana con nuestros Yayas (abuelos), y nuestros Wawas (niños).
Encendamos con nuestro futuro los contornos de todos los caminos.
Avancemos como águilas a través de todas las vicisitudes e imprimamos en ellas la armonía de nuestros sueños.
Vigilemos con los más sofisticados radares la integridad de las venas de la Tierra
Su aliento,
Su espíritu,
Sus manos
Esas manos constructoras del futuro, del sueño y la ternura
Esas manos, constructoras del hermoso murmullo de la vida.
Poeta ARIRUMA KOWII; indígena kichua otavaleño.
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