domingo, 13 de enero de 2013
Ahora que me vuelve el equilibrio y tengo amapolas que ofrecer, tú me dejas para siempre
CARTA DE AMOR PARA NATALIA: HASTA QUE EL AGUA DE LAS CATARATAS VAYA HACIA ARRIBA
Por Batania (Neorrabioso)
Mira, Natalia, mi dorogaia, ya sé que me odias de pirámide para arriba y no quieres saber de mí, ya me he leído tus últimos mensajes de desprecio y sé que no tengo nada que hacer. Creo que fue Wilde el que dijo ante las cataratas del Niágara algo así como “bah, lo verdaderamente impresionante sería que la cascada fuera hacia arriba”, y en esa situación me encuentro: lo que necesitaría para recuperarte es que el agua de la catarata cambiara de sentido.
Había decidido respetarte, pero entre ayer y anteayer he leído dos noticias que me han hecho cambiar de opinión. Lo que se dice una corazonada. Sí, esa cursilería. El viernes leí que Kobe Bryant se había convertido en el jugador de la NBA que más canastas había fallado en toda la historia. Ya sabes que Bryant es mi jugador de baloncesto favorito: resulta que también es el más fallón. Pero ayer, ¡sorpresa!, salía publicado un comunicado de Vanessa Bryant, la ex mujer de Bryant, diciendo que retiraba la demanda de separación que había presentado y volvía con Kobe. Me fue fácil hacer la ecuación facilista “Kobe es el que más errores comete = al día siguiente su mujer le perdona y vuelve con él”, y me dije, joder, ¿vas a dejar que se marche la mejor de las mujeres simplemente porque estás avergonzado y has cometido con ella cinco mil errores, seis mil errores, nueve mil millones?
De inmediato me vino la fábula aquella famosa, la de los dos ratones que cayeron en un balde de leche. Uno se puso a rezar; el otro decidió luchar. Pues bien: yo he decidido luchar.
Voy a luchar por ti.
No voy a permitir que el agua de la catarata siga hacia abajo.
Sí, ya sé que es una falta de respeto, que has tomado una decisión razonada y justa y definitiva, pero no pienso respetarte y no pienso hacerlo porque lo he aprendido de una persona en concreto, ¿sabes de quién?
De ti.
Cuando te dejé por primera vez, no me respetaste. Tampoco cuando te dejé por segunda ni por tercera vez. Y así fuiste haciendo esa lista de nosecientos abandonos que siempre me echas en cara, cuando joder, Natalia, ¿no te das cuenta de que para dejar a una persona tantas veces en un año, se necesita volver a ella al menos las mismas veces? ¿No te das cuenta de que una persona que abandona a otra tantas veces en un año es un desequilibrado con cien erizos?
Aparte de que mis abandonos eran de fogueo. En cambio, las tres veces que tú me has dejado han sido tres Hiroshimas.
Y encima niegas mi amor y que haya estado enamorado nunca de ti. Por eso voy a contarte unas cosas que quizá sabes y otras que no sabes.
Te conocí un martes de Diablos Azules cuando eras “Bill Gorton, taxidermista”, y flipé de inmediato con lo que leíste; ahí está la crónica que hice para atestiguarlo. De inmediato, me pongo a leer tu blog y flipo más. Puta genia. Y eso que no escribías ni la uña de lo bien que escribes ahora. Entonces cayeron las primeras pajas en tu honor.
(Esto de las pajas te lo pongo porque sabes que es fundamental para entender a los trabajadores nocturnos que curramos en lugares aislados y porque me sirven para saber hasta qué punto me importa una mujer, pues jamás repito pajas con la misma: si lo hago es que empieza a haber un problema, y mira por dónde que sólo he tenido dos problemas en toda mi vida)
Continúo. Empiezo a conocerte en Diablos y alucino más contigo porque sólo hablamos de política y en política tú eres muy dogmática y doberman. Te puedo transcribir perfectamente algunas conversaciones, casi todas en este plan:
–¿Y entonces qué harías para arreglar esto?
–Una banda terrorista.
–¿Estás loca? ¿Como ETA?
–Sí, como ETA pero una ETA que se cargara banqueros, políticos, empresarios y altos militares. Algo más bestia, porque es el único lenguaje que entienden.
Las pajas seguían aumentando con generosidad, porque aunque soy pacífico y no estoy de acuerdo con tus teorías políticas y menos con tus propósitos delincuentes (espero que no llegues a nada en política, porque de lo contrario me marcho de España en patera), el tipo de mujer que entonces me movía y arañaba era el que tú me estabas marcando. Recuerdo otro episodio aún más glorioso, cuando ya estaba totalmente borracho de ti, toda una máquina masturbadora en tu honor aunque aún no salía contigo, tres o cuatro días después del 15M:
–¿Puedo confiar en ti para una misión de mucha confianza?
–Claro.
–Nuestro grupo está preparando una acción secreta. No me autorizan aún a decirte la hora ni el lugar. Se trata de cortar una calle principal de Madrid y montar un pifostio. Cuando llegue la policía, nos sentaremos en el suelo y nos dispondremos a resistir. Necesitamos gente con cojones, gente que sepa resistir los porrazos de los maderos. Si aceptas, te sentarías conmigo y de mi mano. ¿Estás dispuesto a participar sabiendo a lo que te expones?
–Claro.
–A ver, Batania, no tienes ninguna obligación de participar, ¿eh? Te lo digo porque estamos hartos de hacer acciones con gente que luego no está a la altura y echa a correr. Repito: ¿me garantizas que aguantarás los porrazos y no vas a huir?
–Te lo juro, Natalia.
Te puedes imaginar qué alegría. Me recuerdo dando vueltas por el garaje donde trabajo y soñando con el día de la acción, ojalá me partan la cabeza y me veas, me decía, ojalá me toque la peor parte y consiga demostrarle a esta chica que tengo un par de huevos, soñaba. Al final la acción no llegó (las razones me las explicaste entonces), y ahora es el momento en que lo celebro, pero ¿no te das cuenta de lo que pasaba, Natalia?
En aquellos días hasta celebraba que me hubiera dejado Iratxe y me decía, joder, el abandono de Iratxe es un regalo del cielo, pues he logrado a cambio una Iratxe mejorada, una mujer que tiene lo mejor de ella pero además es más talentosa y más activa y más valiente, ¿no te das cuenta de que yo veía en ti a la mujer fuerte de Lauros, a Xena, a Pentesilea, a la Tía Tula, a Bernarda Alba, a Medea, a Lady Macbeth, esto es, a la mujer rottweiler que muerde, ordena, decide, actúa y golpea? ¿No te das cuenta de que soy un gilipollas integral y la mujer modelo que perseguía entonces era una especie de guerrillera de Sendero Luminoso?
Por eso el amor tan increíble que sentí por ti en aquellos seis meses que fueron de abril a septiembre, por eso ese enamoramiento brutal cuya negación no te perdono, jamás he amado tanto como entonces, no lo digo esto por desdoro hacia Iratxe (quiero recuperarte sin trucos baratos), sino por la pura verdad y ahí están los poemas que escribí: aquellos seis meses han sido los seis meses más intensos de mi vida. El único problema, ay, es que me había equivocado.
Me había enamorado de algo que no eres.
Porque tú no eres dominadora.
No eres irascible.
No eres violenta.
No me gritas.
No eres insociable.
No eres dictadora.
Y entonces llegó la caída. Tampoco ayudó nada que me enterara de que vivías en una mansión (vale, no es una mansión, pero para mí una casa de más de doscientos metros cuadrados me revuelve el estómago y atiza a mi resentido social). O que me diera cuenta de que tú no estabas enamorada de mí (sigo pensándolo: en aquellos seis primeros meses no lo estabas) y sólo salías conmigo porque yo era el payaso de las pintadas y esas tonterías. Fue entonces cuando se me echó encima el recuerdo de Iratxe, que tenía los atributos de arriba y además era generosa y buena persona (aunque parezca imposible congeniar “buena persona” con “mandona”, “insociable” y “gritona”, en el caso de Iratxe se cumplía). Entonces empecé a sufrir y a portarme mal contigo. Empecé a dejarte una, dos, tres, mil veces. ¿Por qué? Porque buscaba ese prototipo de mujer que es el que me destruye y tú no lo cumplías, porque no me daba cuenta de que tú eres no sólo la que me quería sino además la que me conviene.
¿Por qué se salvó entonces la relación? Por ti. Sólo por ti. Porque entonces te enamoraste verdaderamente de mí. Porque eres la rehostia. Porque te has comido toda la mierda de un tío que estaba destrozado después de salir 17 años con otra chica. Porque has insistido e insistido e insistido con una porquería como yo.
No sé qué decir para justificarme. Pregúntale a Raúl o a Ilkhi o a Sergio, que han sufrido relaciones largas que terminaron en ruptura, lo que te ocurre después de una relación amorosa tan larga como la mía. Diecisiete años. Una relación donde uno es la víctima, ¿eh?, porque no es lo mismo dejar a que te dejen. Sergio me lo dijo muy bien:
–Lo peor es que, cuando comencé a salir con mi actual pareja, empecé a pagar con ella el daño que me había hecho el abandono de la anterior.
Ya sé que son excusas, Natalia, pero diecisiete años no se van en un momento. Y tú me dirás: ¿pero se han ido de verdad? Claro que se han ido, Natalia. No quedan más que los restos. Hace un mes me vino la tristeza y traté de escribir un poema sobre Iratxe, pero tuve que dejarlo. ¿Sabes por qué? Por que no me lo creía. Notaba que estaba forzando el personaje. Vamos, yo fuerzo mucho los personajes, pero fíjate hasta qué punto habré llegado en aquella ocasión para avergonzarme. ¿Y sabes por qué ya no me creo a Iratxe?
Porque te la has cargado tú.
Te la has cargado.
Tú, con tu insistencia, con tu una-y-otra-vez, te la has cargado. No a ella sólo, no: a su modelo. Ya no quiero salir con modelos de mujer dominante, es un modelo que me destruye, prefiero lo que me espera si continúo contigo, si te convenzo (tampoco es que seas una corderita, pero me entiendes).
Por eso me jode tanto que ahora se vaya todo a la mierda. Ahora que me he vuelto a enamorar de ti y, digas lo que digas, salvo alguna tontería puntual que estoy pagando, llevo dos meses demostrándolo. Ahora que me vuelve el equilibrio y tengo amapolas que ofrecer, tú me dejas para siempre. Ahora que te vas a independizar y te puedo demostrar clarísimamente que no soy esa persona controladora que te estás montando en tu mente (lo verías: en cuanto vivas conmigo me va a bastar con verte un par de horas al día, ojalá te pases todo el tiempo con tus amigos, pues yo no necesito estar contigo sino sólo sentir que estás ahí, a tiro de piedra o de kilómetro, en momentos puntuales e importantes).
¿Y qué pasa con “El hijo de Puskas”, a cuyas presentaciones me ibas a acompañar? ¿Qué pasa con “La intermitencia de los faros”, la primera demostración brutal de lo que sabes hacer con las palabras? Ahora que llega lo mejor, todo por lo que hemos luchado, no asumo que tengamos que presentar nuestros libros con el frío de unos ex novios. Por cierto que ese ha sido otro error, el de criticarnos con tanta fiereza nuestras obras, porque no nos hemos dado cuenta de que vivimos con tal intensidad la literatura que la mezclamos con lo personal y nos hacemos daño.
No escribo esto para dar pena; lo de dar pena fueron los meteoros del otro día. Lo que ocurre es que me está volviendo la fuerza, estoy volviendo a dormir bien, vuelvo a escribir, me estoy equilibrando, me has acabado el luto de Iratxe y creo que ya estoy disponible para salir con una mujer, y me da rabia que ahora tú ya no quieras por toda la mierda que te he echado encima. Y, por supuesto, la única a la que quiero eres tú porque eres la mejor y sólo me consiento salir con la mejor.
Dirás que no estoy enamorado de ti. Vamos, hombre, Natalia, que no hago más que hacerme pajas contigo, ya se lo he dicho a Montoya, no me queda una puta gota, estoy totalmente colgado de ti. Y no es que me haya vuelto a enamorar, no: me he enamorado por primera vez. Porque la otra vez estuve enamorado de una mujer que no eras y ahora lo estoy de la mujer que eres.
Dirás también que no me quieres. Ya sé que no me quieres como antes, Natalia, no soy tonto. Todo el daño que te he hecho no queda impune y afecta al amor. Hasta en el sexo te habías vuelto más reticente conmigo, ¿te crees que no me había dado cuenta? Pero si el 31 de diciembre aún conservabas alguna esperanza conmigo y por eso me invitaste a la cena de Nochevieja, no me creo que el 7 de enero, sólo ocho días después, ya no me quieras NADA. Me ha dicho Montoya que si fui capaz de enamorarte una vez debo ser capaz de enamorarte todas las veces que quiera. De mí depende ahora hacerle hijos al amor que aún te queda por mí. Y lo voy a hacer.
Pero voy a los hechos, basta de blablablas:
1. Se acabó Iratxe, también en la literatura. Ya no sale más en blog ni facebook ni recital ni pintadas. No es sólo que este asunto me haya puesto en el precipicio contigo, sino que Iratxe, siendo extraordinaria, lo fue en su tiempo y ya basta.
2. Eres la mejor escritora del mundo. Sí, es cierto que Shakespeare te previó, que Homero casi te iguala y que Pizarnik ha escrito unos cuantos versos no del todo malos, pero LA ESCRITORA es Natalia, basta ya de envidias y chucherías entre nosotros.
3. Lorca es nuestra gata. Creta va a estar limpia (ahora está bastante limpia y más en los próximos días).
Ya sé que esta carta no va a servir para nada pero me da igual. Es sólo la primera de todo lo que voy a hacer hasta que vuelvas. Le he dicho a Gio que voy a dedicar todo el mes de enero pero qué va: voy a dedicar enero, febrero, el año completo y lo que haga falta hasta que vuelvas. No voy a parar hasta que la catarata comience a ir para arriba.
Por cierto que Lorca ha leído esto y está de acuerdo en todo.
Te amo.
NOTA: A los lectores de este facebook que les molesten este tipo de pornografías o declaraciones íntimas, pueden pinchar al “No me gusta” de la página, ver parte superior derecha: lograrán desagregarse de inmediato. Lo digo porque no tengo ningún sentido del ridículo y no voy a parar de publicar cosas como estas hasta que Natalia vuelva a mí.
Tomado de su muro de Facebook
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que sonríe cómplice de amor...
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