Cuando me siento ansiosa, medio depre, triste sin motivo, pienso: "En este preciso momento, ¿qué tendría que suceder para que me sienta feliz?" Es sencillo, un llamado, una voz, sé exactamente cuál o cuáles. Sé que no vendrán, o mañana. Sé qué es verdad y qué es excusa de mí misma y para mí misma. Sé qué necesito para autojustificarme y qué es mariconada no más.
A veces me miro al espejo y ya está. Ahora, por ejemplo, me paso las manos por el pelo (natural por primera vez en quince años, creciendo como malvón salvaje, suave, canoso). Ayer, Mile me estaba hablando de que su cumple va a ser temático, como todos los años, sobre Vampirina. Me dijo que ella se iba a pintar solamente la cara de violeta como este personaje, no todo su cuerpo. Le pregunté si yo también me tenía que pintar. Me dijo que como yo quiera. Le pregunté si se acordaba de cuando yo tenía el pelo violeta. Me dijo que sí y se puso a mirarme el pelo de ahora al sol. Me dijo que tenía tres colores: marrón, negro y... ¿Blanco le digo yo? No..., piensa ella. Mis canas ¿no son blancas?, le digo yo. Y ella sigue pensando pero pasamos a otra cosa. Como dos horas después y hablando de otra cosa, aparece la palabra "plateado". Y la genia de mi nieta me dice: "Ese color te quería decir de tu pelo".
Ya me siento genial.
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