Soñé que una de esas minas que creía que iban a estar al lado mío toda la vida (de esas que han sido hermanas elegidas durante alguna etapa de mi vida y después, por horribles motivos que ojalá pudiera decir que no comprendo, han desaparecido de mi vida), una de las que me ha hecho doler tanto y tanto durante tanto tiempo, se me colgaba del brazo caminando por la calle y me decía que quería volver a ser mi amiga. Me desperté tan angustiada. Aterrada por no saber nada de su lucha con la quimio durante este último año y su lejanía de mí en momentos tan cruciales de su vida, o que yo imagino cruciales, porque en realidad nunca fui importante y no hay ningún capítulo que falte para llegar a ningún final feliz entre nosotras.
Pregunté por ella a alguien que la sigue viendo. Sus noticias me tranquilizaron un poco. Pero también me hicieron recordar que la gente no es exactamente como yo la veo, o no siempre, o no con todo el mundo. Recordé esa manía mía de creer que soy única en el mundo para alguien. Y no. Y no hay necesidad y mi tara con eso hace que me vampiricen y nada es tan grave ni tan absoluto como a mí me parece. Ya otra de estas conchudas, al despedirse, me tiró su inolvidable: "Tampoco es para tanto, no dramatices".
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