‘Flamenca’, los secretos subversivos de la novela medieval que inspiró a Rosalía ‘El mal querer’
Dos expertos medievalistas y traductores de la obra occitana, de 1287, analizan para WMagazín la historia en que se basa uno de los discos del año. Explican por qué este relato de amor, mujer, inteligencia, celos y maltrato no es tan popular
Una novela casi secreta de hace siete siglos es el disco del año. O inspirado en una historia de amor medieval, basada en hechos reales que la Iglesia católica desterró por contravenir su doctrina de la época de amor, mujer, inteligencia y sexo y que ahora Rosalía ha popularizado.
Porque El mal querer, el álbum de la artista catalana, ganador de dos Grammy, tiene como una de sus principales fuentes de inspiración la novela occitana anónima El Roman de Flamenca, en español, Flamenca, en catalán, donde se narra la metamorfosis del sentimiento amoroso, desde el destello hasta la caída al infierno por los celos del marido de la protagonista para luego renacer. Pero también es una novela subversiva por el tratamiento que da a la mujer en igualdad de condiciones y deseos que el hombre en cuestiones como la inteligencia, el amor y el sexo.
Las dos obras, novela y canción, están unidas por el mismo hilo de denuncia y crítica de cómo el amor se puede pudrir mientras la mujer sufre sus consecuencias en un estado de indefensión. Una temática de gran vigencia y que en El Roman de Flamenca resulta subversiva para la época y, como los clásicos, se adelanta a su tiempo y ofrece múltiples lecturas.
Mientras todos tararean y están enamorados de El mal querer de Rosalía, paradojas del arte, el relato inspirador fue escrito en lengua occitana, hoy minoritaria, y se ha hecho popular gracias a un idioma español hablado por casi quinientos millones de personas.
Desterrada por la Iglesia
Rosalía ha dado luz a esa novela sobre la cual, en su época, la Iglesia católica echó el manto de la oscuridad y el olvido por contravenir su doctrina. Su concepción de la moral y el pecado estarían detrás de este ocultamiento, según el profesor Anton M. Espadaler, traductor de la obra al catalán y doctor en Filología Románica y profesor de Literatura Medieval en la Universidad de Barcelona, editora de la novela.
“Probablemente su moral fuera vista al margen de la moral cristiana y por sostener una herejía muy peligrosa para la época: la herejía del espíritu libre e inteligente y libre de pecado», explica Espadaler. En ciertos sectores intelectuales al lavar el pecado original este desaparecía y, agrega el medievalista, «perdían la impureza original y debían, guiados por la inteligencia, acceder a todos los placeres del mundo sin conciencia de pecado. Algo de gran alcance porque esto anulaba la diferencia entre hombres y mujeres, los igualaba. Suponía una mirada diferente sobre la mujer, no pecaminosa sino de igualdad de condiciones. Eso significa una revolución extraordinaria».
Significa, también, según Espadaler, que el principio que debe gobernar el mundo es el del placer regido por la inteligencia. «Una de las gracias de la belleza es la inteligencia. La inteligencia sin la belleza no existe, eso impidió que la novela circulara», asegura el medievalista..
Fue un bello secreto. Aunque en Cataluña, zona más próxima de influencia del occitano, la obra se leyó como novela subida de tono y dejó huella hasta finales del siglo XIV.
Parte de su espíritu demasiado libre para la época, agrega el profesor, es que la novela no ve pecado en nada relacionado con el sexo: «Es algo no solo permitido por Dios sino que está en Dios mismo. En ese contexto que haya un marido celoso que quiere encerrar a su mujer para que nadie la vea es una figura grotesca y absurda, y digna de todos los oprobios y burlas».
El amor y el sexo no son pecaminosos, insiste el experto. Pero, aclara: «Hay que tener el principio del sexo sometido a la elegancia y la inteligencia. El sexo tiene sentido cuando se obtiene después de procesos de civilización complejos. El placer no puede ser elemental sino consecuencia de una actuación de rituales, perfumes, el cortejo y la conversación algo complejo que se aristocratiza. Por eso los amores de Flamenca al lado del marido brutal que quiere pegarle contrastan terriblemente».
Hecho real y redescubrimiento
El Roman de Flamenca (editada en España por Edit.um) es una obra redescubierta tardíamente, hacia 1834, recuerda Jaime Covarsí Carbonero quien hizo con ella una traducción y estudio que sirvió a su Tesis Doctoral en Filología Hispánica. Después escribió una novela metaliteraria, El bastón de Avellano, en la que se cuentan dos historias y respectivos triángulos amorosos, uno de la vida real y el otro que transcurre en la novela y se cuenta mientras se traduce.
La segunda vida de la novela se debe a su editor, Raynouard. Para Covarsí, «fue él quien le dio el título por el que hoy conocemos esta obra literaria, cuando encontró en 1834 el manuscrito único de la obra en la biblioteca de Carcasona».
Ante los posibles motivos de su desaparición y de que no sea una obra conocida, Covarsí tiene varias hipótesis que completan la de profesor Espadaler. Parece, dice, que el manuscrito pertenecía a una familia aristocrática francesa emparentada con la casa de Bourbon l’Archambault, les de Murat, y que pierde la posesión del manuscrito tras la Revolución de 1789. Posiblemente fuera depositado en los archivos municipales de Carcasona entonces.
«Una razón más libresca y que puede sumarse a la anterior es la consideración de que el anonimato del texto fuera premeditado, ya que en él se ridiculiza al señor Archimbaut, personaje real; concretamente Gaucher de Vienne, señor de Bourbon l’Archambault, que entre 1191 y 1196 recluye a su esposa Mathilde en una prisión. Cabe entender que el autor buscara ocultar su identidad para evitar posteriores represalias».
Y no falta, tampoco el asunto religioso: “la velada adscripción a la herejía cátara, que tan duramente fue perseguida en el siglo XIII por el Papa Inocencio III, como prueba el III Concilio de Letrán de 1179, llamado ‘contra los albigenses’ y que preludia la invasión de las tierras del conde Raimundo VI de Tolosa hacia 1208 tras el asesinato del legado papal Pedro de Castelnau».
Tradición, subversión y feminismo
La novela El Roman de Flamenca se inscribe en una tradición de textos que puede remontarse desde la época clásica hasta la contemporaneidad, explica Covarsí. Una tradición que consta de varios ingredientes imprescindibles que ayudan a caracterizar el género (por ejemplo Madame Bovary): «por un lado, la presencia de una mujer agraviada socialmente por un matrimonio que no desea y que debe aceptar por razones de conveniencia social y familiar; por otro, el adulterio, expresión vital de su inconformismo y, por último, la lectura. En este tipo de relatos la mujer lee y gracias a esa lectura, vive. La vida y la ficción contenida en sus lecturas se cruzan irremediablemente. El ámbito de lo privado, en este caso, acaba modificando el ámbito de lo público; lo femenino modifica lo masculino. Y siempre hay un libro de fondo. Así ocurre con los amores de Flamenca y Guillem de Nevers, será el Roman de Florio y Blancafort. La lectura se convierte en un elemento subversivo que se rebela contra el orden preestablecido».
Esa es la razón por la cual Covarsí dice que la novela puede considerarse «un ‘roman de mujer’, como lo denomino en mi trabajo, pues es clara la reivindicación femenina, como prueba la ‘calenda maya’ que incluyó el autor en su obra».
El punto subversivo y de roman de mujer de El roman de Flamenca se levanta sobre lo clásico pero con una mujer bella, inteligente y lectora como protagonista. Está en la relación entre belleza, verdad y bondad y cómo puede degenerar el sentido y práctica amorosas, como en el caso del señor Archimbaut.
«Se trata de una trilogía clásica de la filosofía desde Platón y que San Agustín, entre otros pensadores cristianos, se encarga de introducir plenamente en la concepción cristiana. La asociación entre los tres términos será productiva literariamente a lo largo de la medievalidad, también en El Roman de Flamenca».
Para Covarsí debe leerse en términos de poder social: “durante toda la Edad Media, la cultura clerical trata de penetrar la ideología de la época y la concepción amorosa no va a ser menos. Esa adaptación teológica del platonismo inunda el pensamiento amoroso y da lugar al ‘amor cortés’ o ‘fino amor’, por el que el reconocimiento de ciertas perfecciones de la dama (según en qué época, inalcanzables para el pregador) comunican al poeta con una verdad espiritual. La poesía amorosa así concebida imita el esquema religioso cristiano: a la revelación divina le corresponde la guía o ensenhament que procura la dama; a la redención, la asunción de un comportamiento que, por medio del eros, transforma a los amantes que se entregan a la concesión del don, regalo adscrito a la carnalidad de los cuerpos.
Esas normas propias de la cortesía afectan por igual a los maridos. El señor Archimbaut contraviene esa prescripción amorosa y da en ser celoso, actitud a la que le corresponde un castigo o sanción moral, asunto que define el subgénero denominado como castia gilòs (castigo de celosos) y que está previsto en los numerosos tratados de la época, como, por ejemplo, el conocido De amore, de Andrés el Capellán».
Mujer, inteligencia, belleza, amor
La novela occitana, además de plantear la igualdad entre hombres y mujeres y mostrar la evolución de un amor, también pone en una misma dimensión las ideas de de belleza, amor, verdad e inteligencia. Y en este caso concreto, afirma Anton M. Espadaler, «la inteligencia se cultiva leyendo. Y Flamenca es una joven defensora de la lectura y asegura que nadie está completo sin el conocimiento que la lectura proporciona. Por tanto un caballero que solo sea caballero es un asno sin interés».
Esta obra de 8.100 versos, una de las dos que existen así de la misma época, recoge la tradición trovadorezca. Es allí donde, asegura Espadaler, aparece por primera vez la Trobairitz, la trovadora femenina occitana y se refiere a la protagonista que también compone como una muestra más de este refinamiento y nivel cultural que ella posee.
Ahora que la novela ha resucitado por el disco de Rosalía, Anton M. Espadaler está encantado de que se más gente la pueda leer. Además, de Rosalía dice que le gusta mucho su voz, «es preciosa y con ritmos contagiosos por adhesión. Es como la protagonista Flamenca, bella, inteligente, lectora, culta, compositora y con una voz preciosa».
Del medievo al siglo XXI una historia que atraviesa siglos con ecos que suenan así:
Tráiler de 'El mal querer', de Rosalía.
- El Roman de Flamenca. Traducción al español de Jaime Covarsí Carbonero (Editum)
- Flamenca. Traducción al catalán de Anton M. Espadaler (Universidad de Barcelona).
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