sábado, 15 de julio de 2017
El ocaso de una vida
Con el divino de Al Pacino (que dame un viejito así para la mesa de luz). Es actor y no distingue (como una) mucho entre el terreno de la ficción y de la vida. La peli juega genialmente con eso: con les que miramos y el prota y la joven que desde los ocho años tenía fantasías con él y quiere que se haga un espermograma para ver si la puede embarazar o, en realidad, es su propia hija no reconocida. No sabemos, él no sabe y nosotres tampoco. Y la escena final del Rey Lear. Qué maravilla.
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Lunes por la madrugada...
Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...
que sonríe cómplice de amor...
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