Me quedé en medio de mi ida al cole sin gas y sin nafta. No me vengan con el cuento de preveer ni de mirar las lucecitas del tablero: todo puede fallar.
Se ve que el pelo violeta y el feminismo asusta a los gauchos que pasan porque nadie me ofreció ni una mano para correr el dodge hacia la vereda. Uno pasó, me preguntó QUé pasa, señora, le dije, me dijo que daba la vuelta y volvía y nada.
Al primero que llamé fue a mi ex, que sirva para algo, che. Y no me atendía y mensajito y no me llamaba. Como al quinto llamado lo pesco y se viene: me trae nafta, me lo arranca, me carga con que si no estaba mi mecánico, me delira con que no tengo embudo y se me está pudriendo el baúl, no me escolta hasta la estación de servicio ni me sonríe cuando hago pucheros.
A la vuelta paso por la casa porque no se corta la nafta ni puedo pasarlo a gas. Me lo soluciona, me vuelve a gastar y encima encima encima me dice que lo llame (SHO lo llame!!!!!) alguna vez cuando no tenga ningún problema y esté en mi casa para que él venga. Atrevido.
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