"El sentimiento, decía, de no pertenecer del todo a este mundo, ni desde luego, a ningún otro, de no poder reducir nunca enteramente lo externo a lo interno o viceversa, de que por más esfuerzos que se hagan siempre habrá entre el propio ser y las cosas un divorcio sutil del que, por razones oscuras, el propio ser se cree culpable, el sentimiento confuso y tan inconscientemente aceptado que ya se confunde con el pensamiento y con los huesos, de que el propio ser es la mancha, el error, la asimetría que con su sola presencia irrisoria enturbia la exterioridad radiante del universo."
Juan José Saer. Glosa. P. 85
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