Me encantaron estas dos temporadas aunque no mucho que ver entre sí. En la segunda el prota, Ded, varón indio, con sus citas, sus amores posibles e imposibles, correspondidos o no. En la tercera, el matrimonio de tortas más genial del universo y como personajes secundarios les que eran principales y viceversa. Genial en ambos casos la mirada, el planteo novedoso de temas comunes, el dolor del amor que se termina, el registro de la rutina y el desgaste, los crecimientos desparejos. Cuando se narra toda la fecundación invitro de Alice pensé qué bueno haber parido con tanta inconsciencia y sin tener que decidir todo eso ni tener miedo de que algo tan deseado y valioso se te escurriera fácilmente por las piernas.
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