No me la acordaba al levantarme, no me desperté angustiada, pero recién, al ver mi guitarra, me acordé que soñé que la sacaba de su funda y estaba quebrada, la cabeza con las clavijas separada del mástil aunque no cortadas las cuerdas. Yo se la llevaba a Rafa en gesto de Pietá y, mientras se la mostraba, pensaba que era buena excusa para comprarme la flamenca de Luthier que estoy deseando hace años.
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