Hoy me avivé de dos cosas respecto de dos temas que llevan años torturando me: una es respecto de mis ex amigas y yo extrañar, a alguna, y no entender por qué dejaron de quererme. La cosa es que la buena amiga soy yo, no ellas. A ellas les gustaba ser amigas mías pero no eran buenas personas, les encantaba mi amistad y yo sigo siendo igual de buena pero ellas, no. No para mí. Y hasta creo que lo que me gustaba a mí era yo, con ellas, pero yo. Porque ellas nunca llegaron a mostrarse conmigo realmente, cuando debían haberlo hecho, porque mi entrega lo ameritaba, se fueron.
La otra cosa es que puedo hacer una cosa atrás de la otra o varias a la vez y eso no me hace una ansiosa o una hinchapelota de mí misma que quiere controlarlo todo. Puedo limpiar el baño mientras me baño, o regar mientras lleno macetas o podo las moreras. Puedo limpiar la cocina mientras escucho un podcast y anoto ideas para mí libro. Puedo bloguear mientras me rasco la espalda y pongo los fideos y me prendo un pucho y pienso en mi próximo taller. Es una virtud mía, no un defecto.
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