Hace dos meses que inicié clases de yoga virtuales con la divina de Marina, amiga de Adi y, de casualidad, soltadora de libros en Tortuguitas que me había ido a buscar Ro. Me encantan sus clases y las odio. Hay jueves que detesto tener que levantarme 8.30 para conectarme a las 9. Hay jueves que amo iniciar mi día saludando al sol y agradeciendo por mi cuerpa fuerte y sana. Hay clases en que siento que estoy oxidada y no te hago la cobra ni en pedo. Hay clases en que amo enraizar el pie izquierdo y luego el derecho para crecer con mi árbol.
Hoy fue de los días en que odié levantarme, me sentí oxidada y casi rompo algo tratando de hacer/no hacer los guerreros con torcion, sin torcion, soltando el arco y que te re contra. Por eso hago hoy está entrada, porque ahora, cuatro horas después de finalizada mi práctica, la estoy y me estoy amando.
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