lunes, 9 de marzo de 2015

Cochabamba duplicada

:: LECTURAS ::

Historias de dos ciudades


09-03-2015 | 

En los relatos de Las dos ciudades (Metalúcida), Edmundo Paz Soldán pone a las palabras en el centro de la creación.


Por Patricio Zunini.


Dios-autor, Edmundo Paz Soldán regreso en los relatos de Las dos ciudades (Metalúcida) a aquello que «en el principio era el Verbo». La palabra crea la realidad, o mejor: la re crea. Ya el título del libro da la pista de una segunda versión, que puede ser falsa, mejorada o, por qué no, ambas. Entonces, la Ciudad Blanca pierde su historia de paredes inmaculadas en manos de anónimos poetas grafiteros; el más exitoso de los autores de crucigramas inventa un mundo de palabras inexistentes; un universo de libros fotocopiados ruega silencio. En la imaginación desbocada de Paz Soldán —más de 50 relatos en 170 páginas— hay una ciudad inexistente de seis millones de habitantes que todos los días deben trasladarse a otras ciudades vecinas para comprar pan, leche, ver una película o ir a la escuela. Para qué existe:
Para atraparte en el placer de leer una narración, en la pureza ingenua de esperar un clímax, un desenlace, un final, un sentido que justifique la narración. Para que, con la ayuda de su indiscutible solidez, las palabras conjuren entre sí y logren una vez más, una desesperada vez más, esconder la nada.

Con la herencia de Borges y Cortázar, Paz Soldán salta entre simulacros y pasadizos. El cuento que da título al libro dice que, dado que los habitantes de Cochabamba no querían que la ciudad fuera el set de filmación de una miniserie, los productores decidieron levantar una réplica de la ciudad que, de tan idéntica, no se notaba diferencia alguna. Al terminar la filmación, el escenario quedó abandonado, pero de a poco la gente fue abandonando la vieja Cochabamba para mudarse a la nueva. «¿Por qué los cochabambinos han cambiado su ciudad por una copia exacta?», se pregunta el narrador. Tal vez porque así lograban algo que de otro modo sería imposible de conciliar: «el deseo de emigrar, de cambiar de rumbo, de buscar nuevos horizontes para sus vidas, y el deseo de quedarse en el lugar donde sus sueños vieron la vida por vez primera, de permanecer hasta el fin en el territorio del principio». Tal vez lo más fascinante del libro sea que la confianza de Paz Soldán en las palabras es lo que logra conquistar aquello que sus personajes buscan.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...