Debo declarar que escribo por el mismo motivo que un niño pequeño llora, es decir, por los demás y para ellos. Todos lo hacemos. He aquí el misterio -siempre repetido- de un autor, de un artista. Escribimos para ser oídos y queridos; escribimos para socializarnos, porque, como dijo no recuerdo quién: si el arte no tiene una proyección social, acaba siendo sexo sin amor.
Héctor Tizón en: "Tierras de frontera".-
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