Doña Camila de los gatos
César Mermet
I
La dama de los cabellos de azafrán estridente
destiñéndose en ausencia, con sigilo y decoro.
El viento la llamó por tres días,
y tres días la lluvia
hizo adioses al viento con sus llorosos velos.
Fabulosa señora tornasol,
ama de amor, aya de gatos,
con pulcritud de soledad salió, se fue
de paseo a la muerte, sin guantes ni cartera.
Con suavidad al sesgo omitió seguir siendo,
hizo silencio andante,
discreta, fina, con felinas felpas,
y sin dejar tarjeta.
Grave buche de sombra ronroneando
hizo gárgara en su garganta
hasta inventar el apodo de “gata de la muerte”.
Rezagada gentil tres de la luna llena,
–Después de usted, alta vecina blanca,
insomne espejo de los maullidos…
se fue, salió a su ausencia
la digna tía de los hambrientos huérfanos.
A la hora dilatada en verde fijo y rojo
de subterráneos ojos,
por la mirada horaria
de sus mendigos ávidos, alumbrada,
se fue como relámpago de laucha,
mínima, cauta, rauda.
No está por todos lados, llena
los hondos patios y los viejos tejados
que el cielo agrieta y gasta
echándose en esfinge derramada.
Faltante cunde y su callar
en el maullar se esconde
sobre sus grandes y estrellados arcos.
Salió, se va
por populares fondos de la lluvia;
yéndose extiende
su pasado a suburbios venideros,
la primavera, a afueras otoñales.
En este octubre y en salvaje olvido
sobre la liviandad translúcida de su falta,
dolientemente se amarán sus gatos.
En agrio hedor y en la catinga urgente,
desnudos de la seda de los moños,
ácidamente orinan la bondad vencida,
ya no apagados por tutora leche.
Ágiles, licenciados de amarillas manos
saltan traidores a la abierta furia;
fuera del rito de dejar amarse
vencen el rogatorio círculo de los dones;
erizados y eléctricos arañan, rasgan
cojín, puntillas y cortinas tenues;
contra remediadora sombra,
contra munificencia vieja de pobreza, vueltos,
contra soborno tibio y espejos mitigados,
insultan gruñidores con cola enarbolada
la transparente imagen de la gobernanta, su olor y sus estelas.
Con maligna lujuria se frotan sobadores
los flancos enroscados
en vacíos vestidos caídos de la vida;
en el mosaico arrastran su solitaria cópula
sobre papel fragante
de algún faltante jabón de alma florida;
y se afilan las uñas
contra un sillón que oscila
entre ausencias y vísperas,
y pasado, y ya nunca.
Vuelvan los gatos a la entusiasta noche.
Salvos, libres y fuertes de ingratitud
consuman, encabalgados y fosforescentes,
feroces nupcias sobre sus exequias,
celebratoria y gemidora fiesta
en su memoria y a su nombre.
II
Doña Camila, señora la abadesa hospitalaria,
ceñuda la bondad y laboriosa,
prolija la paciencia, veladora obcecada,
camarlenga en el alba, preceptora de zarpas
en misión por las plazas y azoteas:
descansa en paz y olvido,
que tus pupilos vivan contra tu muerte.
Todo al principio vuelve, nos olvida y prolonga.
Todo cae a su índole, a su nivel las aguas,
a lo alto tus gatos
y a tus gatos la luna en loco celo.
En retiro apacible, todos te fueron blancos.
Pero todos son pardos y enormes, bajo la tierra.
Cayó tu muerte justo en luna llena,
la primavera ocupa totalmente tu falta,
casi mueres a bodas, con los naranjos florecidos;
con tu ausencia confundes y enardeces
las bestias renacidas.
Prueba a maullar abajo, recomienza y vuelve,
viuda de ti,
brava gata azafrán de medianoche.
Y en la liturgia de los techos,
acaudilla los culminantes juegos,
los discordantes coros.
Doña Camila, duerme.
Velan por ti los gatos.
Vuelvan ellos a siempre y tú al comienzo.
Todo es flujo y reflujo, y nada es vano.
1970
En César Mermet. Antología. Ciudad de Lectores. Poesía
2 comentarios:
"nada es vano"
Me gusta la idea de que, en este universo de caos y de pérdida, todo tiene una explicación o propósito. No sé si será cierta, pero una idea que brinda consuelo...
No creo que podamos entender que todo tiene "explicación", ¿propósito? puede ser, pero sobre todo, para mí, la belleza de una vida, su originalidad, su ser única es lo que la hace "novana"
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