Acá estoy: en pleno proceso de llorar y escribir, escribir y llorar. De repente, en medio del estudio del Quijote y del escaparme a esta PC de mi hijo que tiene Interné, me vino el ataque y me prendí la mía que uso para los cuentos y para imprimir y sólo tiene conexión telefónica y puedo mandar los textos sólo con outlook.
Ya escribí mi ejercicio para el encuentro del taller del lunes que viene. Y eso que andaba que no se me ocurría nada, que Mairal habìa repetido una consigna y la otra no me sonaba a nada (aunque sí me sonaba a algo pero sobre eso no quería escribir).
Pensé en enviar mi cuento ya listo "La voladora" porque la frase sobre la que escribir era "Arriba es más fàcil" y la voladora anda por ahì arriba aunque no sea fàcil. Pero despuès pensè que ya me parecen de otra esos cuentos, como medio infantiles, como que nada que ver con este taller. Y mejor aprovechar para producir algo nuevo.
Me venían a la cabeza varias cosas y las descartaba. Finalmente, pensando en lo bueno de tener permiso (Gracias Pedro) para ser autobiográfica, para mezclar, para decir pedorradas, para buscar frases sonoras, de nuestro hablar vivo y caliente y no perfectas y "neutras", para armar el ritmo de las palabras y las imágenes desde todos los sentidos; pensando en el momento de lectura que tanto me gusta aunque (o quizàs por eso) me produzca tanto temblor, tomè los siguientes ingredientes (que anoto porque ni yo lo puedo creer) y salió lo que pegaré en la próxima entrada:
-El subirnos al techo de la casa de mis viejos con mi novio, el que ahora es mi ex, a delirar (o quizàs lo hicimos una sola vez y yo lo repito como para tener algún buen recuerdo)
-Mi mamà que me falta
-Un video que vi ayer de La pulpera de Santa Lucía que me cantaba mi viejo
-Mis gatos que mean y cagan por todos lados y que envidio tanto en la paz corporar que tienen
-Mis hijos que me dicen la loca o la vieja de los gatos.
(Durante la escritura salieron algunas cosas que no sé dónde estaban, ni sé si están realmente en el cuento y que no voy a hacer manifiestas hasta que algún lector (u oidor) realmente me diga que allí están y no alucino).
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