domingo, 31 de octubre de 2010

Entrerrianos: Pág. 68-69

"La parte de la herencia que nos correspondió a papá y a mí: un par de anteojos recetados y la radio carina. Año 86, dije, yo tenía 16, y hacía nueve que había muerto mamá. Pero eso te lo voy a contar más adelante. Ahora tengo que hablar de por qué te estoy contando esta historia, ahora tengo que averiguarlo. Hablar, averiguar, saber. Conversar, conservar. Me duelen los pulmones, mucho; tengo que parar con el cigarro. Anoche, cuando salí del laburo, fui para lo de Daniel y estuvimos hablando del encantamiento. Del placer de encantar y ser encantado. De los buenos poetas, Saer, Juanele, que a veces logran marearte, quiero decir que el lector no tiene conciencia plena de dónde está ni para dónde lo llevan, pero se deja llevar y eso es virtud de un tono que lo gra el que escribe, narra o sabe, sobre la lengua. Además, de dónde salió que tener conciencia plena es mejor que estar encantado. Narra el que sabe y se escribe para saber. Eso. Que uno narre y el otro atienda indica que hay un encantamiento pero, ¿quièn es el encantado? De chico me decían que yo sabía escuchar, creo que tenían razón y ahora me gustaría que de mí dijesen que además sé mirar. Daniel dice que sentir demasiado acota la capacidad de percepción, pero anoche aceptó que tal vez pasado un punto en el sentir, un punto de inflexión, tal vez la percepción vuelve potenciada. El problema es llegar sano a ese punto. Y ahora que lo pienso, creo que no es que la percepción vuelva sino que el potenciado es uno y a partir de ahí uno es capaz de percibir cualquier cosa. Sólo así se empieza a escribir, para mí: lo demás es un tanteo."


Damián Ríos. Entrerrianos. 2010. Mansalva. Bs As.

2 comentarios:

Laura Ponce dijo...

Interesante descripción del proceso, y de la motivación, de la preparación para escribir...

Paula Irupé Salmoiraghi dijo...

Yo quería más de esto pero hay muy poco...

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...