No sé si es lo que soñé. La narración era una cuando me desperté y otra al rato. Ahora solamente tengo en la cabeza el deseo no cumplido de cojer (creo que se me mezcla el personaje de la esposa con dos hijes de la serie Machos alfa que estuve viendo anoche) y la imagen de una cama de una plaza, desvencijada, con una sábana celeste vieja, fea, tipo hospital, ubicada en la pieza que fue mía a los 17 y después internación domiciliaria de mi mamá.
Todo es material de la escritora. Igual que alimento mis macetas y canteros con hojitas, saquitos de té y carozos de durazno, igual de aleatoriamente y llena de fe, alimento mis ficciones.
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