El diablo me obligó, de F. G. Haghenbeck
Lo primero que notas al iniciar la lectura de El diablo me obligó es la cantidad de referencias literarias, cinematográficas y del mundo del cómic que se han dado cita bajo la historia de Haghenbeck. Tanto en la manera de narrar la historia, contada a través de varios personajes en distintos tiempos, pero con un personaje principal definido, como es el diablero Elvis Infante, podríamos decir que nos encontramos en una mezcla maravillosa entre Pulp Fiction, Hellblazer y El corazón del ángel.
Se nota, y mucho, que Haghenbeck está muy involucrado en el cómic, además de en
México ha trabajado para editoriales como Image o DC, y no se corta en absoluto en presentar directamente ese mundo lleno de ángeles caídos, demonios, diableros y miembros de oscuras y crípticas sectas. Además, lo hace sin concesiones, con gruesas pinceladas, forzando al lector a seguir hacia delante sin darle demasiado tiempo a plantearse dónde se ha metido. La idea de las peleas clandestinas entre ángeles y demonios y el submundo creado a su alrededor es, a la vez, imposible y creíble dada la oscura naturaleza del alma humana.
El diablo me obligó contiene en pocas páginas una historia bien llevada y resuelta de manera satisfactoria, pero que deja con ganas de más. El autor deja vislumbrar una realidad en la que podría seguir ambientando nuevas historias, no sólo en el campo de la novela sino también en el del cómic y, por qué no, en el cine o la televisión. Y es que Haghenbeck acierta con el uso del detalle realista en contraposición a lo imposible de su fantasía, logrando un libro ameno, ágil y sorprendente, que pude gustar tanto a los aficionados a la literatura fantástica como a cualquier otro lector con ganas de pasar un buen rato.
F.G. Haghenbeck
El diablo me obligó
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