A pesar de ir en contra de nuestras batallas contra todo determinismo de lo femenino y todo mandato de lo mujeril, debo confesar que los mejores días de mi vida, los que recuerdo en cada detalle y específicamente, aunque hubo otros momentos, muchos, muy buenos en mi buena vida, los tres días de se destacan totalmente de todo el resto de días son: el 9 de abril de 1990 (hoy hace 31 años), el 6 de enero de 1995 y el 2 de septiembre de 1996.
Y aunque hoy debería hablar solo del primero y pudiera inventar extrategias para homenajear cumpleañero y no poner celoses a les otres dos, debo agregar que ninguno de estos tres días fueron parecidos entre sí, que la experiencia crecía siempre, y me sorprendía siempre y así siguen haciendo sus productos.
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