Con el poema de la entrada anterior, que incluí porque habla de mar y barcazas, completé las páginas 100 y 101 de mi novela de la navegación. Todavía no la retomé porque no terminé la de la tía Inés y me juré terminar la de la tía Inés primero, pero ya la copié en Drive y la alimento de a ratos. Todavía no volví a agarrar los diccionarios (es la que sigue la forma de un glosario) porque no quiero usarla de excusa para no terminar la de la tía Inés pero ya estoy bastante caliente.
Hoy alguien que no tenía por qué despreciarme lo hizo. Yo le sigo teniendo afecto. Duele un poco pero no puedo evitar pensar qué solitarios son algunos recorridos y cómo una no se termina nunca de creer eso de la soledad del escritore o del creadore. Pero habrá que apechugar.
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