ARTE
La memoria prehispánica de los códices mexicanos, disponible en internet
YAIZA SANTOS / MÉXICO D.F.
Día 03/03/2015 - 14.37h
El Instituto Nacional de Antropología e Historia celebra sus 75 años con un museo virtual que permite descargar los bellos y escasos códices aztecas, mayas y mixtecos
La primera vez que se mostraron al público los 44 códices más relevantes que resguarda la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia fue en la exposición «Códices de México. Memorias y saberes», todo un acontecimiento que visitaron unas trescientas mil personas entre los pasados septiembre y enero en el Museo de Antropología de la Ciudad de México. Organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para celebrar sus 75 años de existencia y los 50 de su museo más emblemático, la exhibición incluía el Códice Chimalpahin, recién adquirido por México a laSociedad Bíblica de Londres, que lo poseía desde el siglo XIX, y fue todo un reto para los conservadores, que lograron las condiciones idóneas para estas delicadas piezas –realizadas a lo largo del tiempo en diversos materiales como amate, piel de venado, papel europeo, papel de maguey y tela de algodón– mediante vitrinas anóxicas, selladas al vacío.
El INAH pone ahora estos códices a disposición de todo el planeta, sin peligro de que los roce el aire, la luz o la humedad, a través de un sitio en internet, www.codices.inah.gob.mx, donde pueden descargarse en alta resolución y de manera gratuita. Ernesto Miranda, director de Innovación Académica del INAH, encargado de la producción de la página web, precisa que el contenido, bajo licencia Creative Commons, permite el uso de las imágenes «mientras no sea con fines comerciales y se dé atribución al Instituto», y se congratula por el éxito del proyecto, que convierte la exposición en «virtual y permanente».
Más de 30.000 visitas
Hasta el momento, han recibido más de treinta mil visitas y seis mil descargas de códices, el más exitoso entre ellos el Códice Boturini o Tira de la Peregrinación, uno de los más antiguos que se conservan, de época prehispánica, junto al Códice Colombino.
Los códices, la herramienta de los pueblos indígenas –principalmente aztecas, mayas y mixtecos– para preservar y transmitir conocimiento, elaborados con dibujos y letras sobre superficies vegetales o animales –papel del árbol amate o piel de venado, sobre todo– siguieron siendo después de la conquista fundamentales para dar a conocer la cosmovisión y las costumbres del mundo prehispánico, de ahí que la muestra se extienda hasta el siglo XVIII –época de la copia del Códice Florentino, cuyo original es del siglo XVI.
Ernesto Miranda recuerda que «incluso en nuestros tiempos, los códices siguen cumpliendo una función en muchos casos legal», y pone como ejemplo el Códice de San Antonio Techialoyan, en formato libro, del siglo XVII, que narra cómo se fue heredando el territorio al sur deToluca (Estado de México) y que aún hoy, asegura, se puede esgrimir formalmente en caso de disputa de tierras. Además, afirma que muchos otros, como la Tira de la Peregrinación, que se ocupa de la fundación de Tenochtitlán –y que está grabado en el pórtico de la plaza central del Museo de Antropología–, continúan teniendo una gran carga simbólica para algunas comunidades. Una de ellas, menciona,Santa María Zacatepec, en la región mixteca de la costa de Oaxaca, visitó la exposición en una comitiva de 60 personas para poder ver el Lienzo de Zacatepec, que cuenta la fundación de su comunidad, hacia el año 1144.
Tres grupos temáticos
El sitio en internet, igual que la exhibición física, divide los códices entres grupos temáticos: tiempo (calendarios, fiestas, rituales, etcétera), espacio (historias de territorios) y poder (linajes de familias y gobernantes). Esto, junto a un mapa interactivo y una línea cronológica, permite poner un poco de orden en la presentación de estos complejos vestigios. Hay que tener en cuenta, dice Ernesto Miranda, que funcionaban «de manera muy diferente a como entendemos hoy un texto», combinando las imágenes pintadas con el relato oral de quien lo leía –«una suerte de artefactos multimedia»–, y que a pesar de todos los estudios que se han hecho desde la conquista, quedan lagunas por saber.
El sitio guarda un lugar especial para los copistas que hicieron posible que el contenido de los códices llegara hasta nuestros días y para los más importantes estudiosos de ellos, desde los frailes Bernardino de Sahagún –considerado padre de la etnografía mexicana–, Diego de Landa y Diego Durán hasta Alexander von Humboldt, Sir Edward King, Joseph Marius Alexis Aubin o Manuel Orozco y Berra, pasando por Francisco Javier Clavijero, Lorenzo Boturini o Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, descendiente del mismísimo Nezahualcóyotl.
El Códice que provocó un grave incidente diplomático con Francia
Y. S.MÉXICO D.F.
Detrás del Códice Tonalamátl de Aubin, uno de los que formaron parte de esta exposición inédita, existe una historia rocambolesca que no cuenta la museografía y que incluyó un conflicto diplomático con Francia a nivel presidencial en los años ochenta.
Las láminas de este documento, probablemente elaborado en Tlaxcala durante la época prehispánica o poco después de la conquista y que reproduce el calendario de 260 días de los mexicas, sufrieron diversas vicisitudes desde que Lorenzo Boturini lo integró a su célebre colección, en el siglo XVIII, hasta acabar en la Biblioteca Nacional de Francia, donado por la viuda de su último dueño, Eugène Goupil, quien se lo había comprado a J.M.A. Aubin -que le da nombre a la pieza. En la sede de la gran biblioteca francesa lo robó, en 1982, un abogado mexicano, José Luis Castañeda del Valle, dando lugar a una grave disputa en la que tuvieron que intervenir los presidentes José López Portillo y François Miterrand.
Ambos países llegaron al acuerdo de que México lo tendría «en préstamo», pero según cuenta José Luis Martínez, segundo de la embajada de México en Francia en aquel momento, el enojo de los franceses era tal, que comenzaron a impedir la entrada a la Biblioteca Nacional de investigadores mexicanos.
Pretendido héroe de la patria, criticado duramente por algunos insignes compatriotas, como Fernando del Paso, José Luis Castañeda dejó a los mexicanos en París la fama de ser ladrones con todas sus letras.
Tomado de http://www.abc.es/cultura/arte/20150303/abci-codices-mexico-digitalizados-201503022050.html
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