domingo, 2 de febrero de 2014

El amor ¿es ser feliz quedándose o puro movimiento?

"(pero un amor es eso, ¿no?, dijo el viejo, un amor es ser feliz quedándose), no estoy seguro, organillero, yo siempre he creído que el amor es puro movimiento, una especie de viaje (y si el amor ya es un viaje, razonó el viejo, ¿para qué necesitarías irte?), buena pregunta, bueno, por ejemplo, para volver, para estar convencido de dónde querías estar, ¿cómo vas a saber si estás en e lugar indicado si nunca te has ido? (yo sé que amo Wandernburgo por eso, contestó el organillero, porque no quiero irme), sí, sí, ¿pero y las personas?, ¿con las personas es lo mismo?, para mí no hay mayor alegría que volver a ver a un amigo que no veía hace tiempo, quiero decir, uno también regresa a los lugares porque los ama, ¿no?, y un amor puede ser como volver de viaje (yo, como soy más viejo, pienso que el amor, el amor a los lugares, las personas o las cosas, tiene que ver con la armonía, y para mí la armonía es descansar, observar lo que tengo alrededor estar contento estando donde estoy, en fin, por eso toco tiempo en la plaza del Mercado, no puedo imaginarme otro lugar mejor), las cosas y los lugares están quietos, pero las personas cambian, uno cambia (querido Hans, los lugares también cambian todo el tiempo, ¿te has fijado en las ramas?, ¿te has fijado en el río?), nadie se fija en esas cosas, organillero, todo el mundo camina sin mirar, se acostumbran, se acostumbran a su casa, a su trabajo, a sus seres queridos, y al final se convencen de que esa es su vida, de que no puede ser otra, es puta costumbre (cierto, aunque el amor también es una costumbre, ¿no?, querer a alguien sería, no sé, como habitar en esa persona)"
Andrés Neuman. El viajero del siglo
2(pero un amor es eso, ¿no?, dijo el viejo, un amor es ser feliz quedándose), no estoy seguro, organillero, yo siempre he creído que el amor es puro movimiento, una especie de viaje (y si el amor ya es un viaje, razonó el viejo, ¿para qué necesitarías irte?), buena pregunta, bueno, por ejemplo, para volver, para estar convencido de dónde querías estar, ¿cómo vas a saber si estás en e lugar indicado si nunca te has ido? (yo sé que amo Wandernburgo por eso, contestó el organillero, porque no quiero irme), sí, sí, ¿pero y las personas?, ¿con las personas es lo mismo?, para mí no hay mayor alegría que volver a ver a un amigo que no veía hace tiempo, quiero decir, uno también regresa a los lugares porque los ama, ¿no?, y un amor puede ser como volver de viaje (yo, como soy más viejo, pienso que el amor, el amor a los lugares, las personas o las cosas, tiene que ver con la armonía, y para mí la armonía es descansar, observar lo que tengo alrededor estar contento estando donde estoy, en fin, por eso toco tiempo en la plaza del Mercado, no puedo imaginarme otro lugar mejor), las cosas y los lugares están quietos, pero las personas cambian, uno cambia (querido Hans, los lugares también cambian todo el tiempo, ¿te has fijado en las ramas?, ¿te has fijado en el río?), nadie se fija en esas cosas, organillero, todo el mundo camina sin mirar, se acostumbran, se acostumbran a su casa, a su trabajo, a sus seres queridos, y al final se convencen de que esa es su vida, de que no puede ser otra, es puta costumbre (cierto, aunque el amor también es una costumbre, ¿no?, querer a alguien sería, no sé, como habitar en esa persona)"



Andrés Neuman. El viajero del siglo

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