No puedo seguir un hilo narrativo de anoche, tengo escenas, imágenes y voces en la cabeza. En un momento Gustavo estaba conmigo en un aula de Puán y me admiraba a mí actuando ahí dentro y disfrutaba lo que decía el profesor y los diálogos.Yo sentía cumplida mi necesidad reconocida a veces y otras no, de que él comparta conmigo lo que más amo (imposible que se concreta hoy más imposible que nunca cuando presento mi libro y él no estará ni yo lo invité porque no me bancaría que esté y hasta me enoja soñar ese deseo de mierda)
En otro momento del sueño yo le gritaba a mi mamá que era una HDP desagradecida, ingrata, que había tirado el mueble donde ponía ella sus libros, lo había cambiado por uno más nuevo e impersonal y ni se había acordado que yo quería ese mueble porque era donde estuvo históricamente apoyado mi moisés de bebé. Lo bueno de la realidad es que hace muchos años y como tres casas que ese mueble está acá a mi derecha y es todo mío. Yo le gritaba a mi vieja que nunca se acuerda de mis necesidades y gustos y le hace caso a mis hermanos (veía particularmente), al mayor, le decía si también iba a tirar, porque él se lo había dicho, todos los diarios y revistas que yo junté toda mi vida. Las pilas estaban en la puerta de mi casa actual y mi hermano sonreía con esa cara de "Vos siempre con las mismas boludeces" que suelen ponerme cuando me pongo cariñosa con mis objetos viejos.
Bueno, parece que fue una noche de tirar cosas viejas, acomodar a los que no entienden y defender lo que es valioso para mí a pesar de lo que digan los demás. (¿Me creés si te digo que acabo de entender esto último mientras lo escribía? ¿Que no iba a contar este sueño como otras veces lo hago aquí porque no le veía pie ni cabeza y no tenía ganas de repetir boludeces sueltas? La narratividad es mágica.)
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