Ayer la profe de Literatura argentina hablaba del retorno a la democracia en la facultad de los 80. De repente me cayó la ficha: Yo debería hacer estado allí en el 87. Y no estuve porque mis viejos me dijeron que no valía la pena, que no estaba bueno, que había muchos paros, mucha política, mucho kilombo. Me lo dijeron como me decían que no me iba a divertir si iba a bailar o que estaba mal joder con él porque eso no era amor.
Y yo les creí. Haciéndome la rebelde, soportando que mi mamá me dijera egoísta y malparida, les creí. Y no fui a la facu en el 87.
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