¿Por qué no hay red? ¿Se me puede exigir que camine por la cuerda floja si no hay red debajo?
Cuando me hice la loca diciendo que quería ser equilibrista, nunca pensé en tener que mirar para abajo.
En la cuerda floja, amo mis sombrillas, mis pies pequeños, tus aplausos.
Colgarte del trapecio no es una decisión conciente, de repente una está en el aire y tiene que decidir, simplemente, si agarrar la manos que le extiende el compañero o dejarse caer.
Cuando salto hacia vos no es por confianza ciega sino por angustia enloquecida.
Y sin embargo, me es inevitable, saltar.
Cabeza abajo, vení a hacerte cargo de mis náuseas, de mi angustia, de mi ataque de pánico.
No podés ser mi red porque vos también estás en el trapecio.
Siempre amé tus manos, con o sin metáforas sobre trapecistas.
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