Dice en feis Virginia Cano
33 min ·
Aún acuerdo la primera vez que me enamoré perdidamente de una mujer. Era una amiga muy querida. Recuerdo la culpa, la vergüenza, el temor, e incluso el dolor de sentir que estaba traicionando el pacto de confianza que me unía a ella. Tampoco me olvido de la parálisis que me producía sentir cómo se mojaban mis piernas cuando dormíamos abrazadas o nos acariciábamos.
A ella, le confesé mi amor. Como quien confiesa un pecado, una transgresión, o un delito. No hubo alegría, ni festejos, ni gritar a los cuatro vientos lo que sentía. En su lugar, vergüenza, pena y llanto. Le dije que la amaba entre lágrimas y disculpas.
Hoy, una vez más, voy a marchar orgullosa, feliz y sonriente. Por todos esos otros amores que vieron luego, por esas amigas y amantes tortilleras que me acompañan, enriquecen y hacen sentir un poquito menos sola en este mundo. Hoy marcho por mi amores tortilleros orgullosos, desobedientes, indisciplinados, lúdicos, lúcidos, lúbricos, im-posibles. .
Hoy, esta torta engripada marcha con todxs uds, lxs que tienen ganas de seguir animándose a soñar con -y construir- otros mundos, otros amores, otros placeres, otros dolores, otros riesgos, otros cuerpos.
Hoy, una vez más, voy a marchar orgullosa, feliz y sonriente. Por todos esos otros amores que vieron luego, por esas amigas y amantes tortilleras que me acompañan, enriquecen y hacen sentir un poquito menos sola en este mundo. Hoy marcho por mi amores tortilleros orgullosos, desobedientes, indisciplinados, lúdicos, lúcidos, lúbricos, im-posibles. .
Hoy, esta torta engripada marcha con todxs uds, lxs que tienen ganas de seguir animándose a soñar con -y construir- otros mundos, otros amores, otros placeres, otros dolores, otros riesgos, otros cuerpos.
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