Terminé ayer de leer la novela de Silvia Molloy, El común olvido. Me pareció deslumbrante en todos sus aspectos. Hasta la última página mantuvo un nivel de intriga que no es suspenso sino misterio, secreto, sorpresa en el modo de contar eso que estamos hace páginas esperando que cuente y sorpresa en la apertura de otra incógnita inmediata que una no suele esperarse en un tipo de novela que prejuzga realista y más reflexiva que "de acción". Pero acá los personajes no dejan de sorprendernos y de torcer el camino que pareciera prefijado aún en el desvío.
Antes de empezarla ya sabía que era un clásico entre las ficciones lesbianas pero ni siquiera esa conciencia temática, digamos, impidió el avanzar página a página sin saber qué se venía después en la historia de este Daniel que cree tener todo claro menos el pasado de su propia madre y su necesidad de conocerlo después de muerta ella pero que descubre mucho más de lo que puede soportar y/o entender aún siendo él mismo gay sin conflictos y reconocido por su familia.
Anoté muchas ideas geniales y disparadores para mi propia escritura. Sentí, una vez más, que quiero leer y escribir más que nada en el mundo, incluso en este mundo mío donde hay tantas cosas creativas que quiero hacer.
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