Je. El mes pasado, Emi la genia, la grosa con quien hago mi taller de guitarra criolla devenido en encuentro de cantautoras, me propuso escuchar, tocar, cazar la sonoridad y efectos expresivos de la escla de La mayor. Así, como quien no quiere la cosa no pusimos a geder con escala y acordes y posbiliades creativas.
La semana pasada me pasó, así tipo epifanía de esas tan comunes en mí como los orgasmos múltiples (je), que descubrí el placer de componer música música, sin letra, sin cantar, sin palabras. Hasta ahora había sido primero poesía o ambas cosas a la vez. Ahora empiezo a separar las notas, a pasar por la voz las escalas pero con tarareo o nananeo, o yali yali o tiritritrán trán trán.
Me dí cuenta que tenía una canción mía archivada en La que no le había mostrado a Emi. Busqué otras zambas, chacareras, canciones también en LA y tanto joder con el LA y sus parientes, apareció un lalalalalala que me gustó. Se lo mostré a Emi y me fue tirando ideas y posibilidades siempre geniales.
Hoy agarré El cajón de las manzanas podridas y, como Emi me había dicho que podía meter algo tipo rap para contrastar con el lalalala super tranqui y una boludez de medio verso haciendome la graciosa que le había mandado, empecé a cantar mi poema "El monstruo" sobre los acordes. Bueno, ya tuve mi clase de hoy, ya marchan en fila y hacen ronda: Medusa, las sirenas, Eva, Medea y Sherezade (que están en el poema y tenían ganas de ser rapeadas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario