Rafa y Magda ya los habían visto dos veces y me habían dicho que eran geniales. Y este domingo vinieron de nuevo a La Herrería: mis hijo e hija, los Urraka y yo. Geniales de verdá: instrumentos armados con caños, botellas, botellones, bidones, llaves, cajas de cartón, ruedas de bici y otros objetos menos identificables, rutinas, coreos, esketchs de clow y humor tan divertidos y creativos que daban ganas de quedarse ahí aplaudiendo para siempre. Mencantó cuando dos de los integrantes competían para hacer aplaudir y aullar al público: apoteósico.
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