miércoles, 29 de enero de 2014

La Indomable, La Madre, La Harpía y La Bruja

Las fases del ciclo menstrual son arquetipos que evidencian el baile de hormonas sexuales que acontecen en nuestro cuerpo. Que nuestro cerebro esté bañado por los estrógenos genera estados físicos, psíquicos y anímicos muy diferentes a si es la progesterona la que está correteando por nuestras venas.

A modo de resumen, podemos decir lo siguiente. La fase preovulatoria es la joven, la adolescente, la rebelde, la virgen (en su acepción original de “no necesitar del otro para estar completa”), la Indomable. De entre sus superpoderes destaca su locuacidad, intelectualidad y sus altos niveles de atención y concentración. Es la mejor fase para planificar, emprender, comenzar a dejar un hábito, hacer deporte y crear nuestro espacio propio.

La fase ovulatoria es la lujuriosa, la Gran Señora, la madre (como arquetipo de fertilidad y nutrición), la Poderosa Afrodita. Destacamos como superpoderes su poder de convicción, su dominio de las relaciones personales y su sensualidad voluptuosa. Si tuviésemos una reunión de trabajo, éste sería sin duda alguna el mejor momento del ciclo. Aquí dominamos las relaciones tanto por el carisma como por el atractivo que desprendemos. Es la fase en la que nos suelen decir que estamos “de guapo subido”.

La fase premenstrual es la guerrera, la reina de la oscuridad, la destructora/creadora, la Arpía. Es aquella que se encarga de poner los límites. Esta fase es una de las menos valoradas y es una de las más potentes (aunque en sí, todas lo son). La rabia es el motor de acción y creación más potente que tenemos. La rabia señala aquello que hemos de cambiar. Y para cambiar y crear algo nuevo se ha de destruir lo viejo. En esta fase, el nivel de lucidez es muy alto. Estamos muy sensibles por el balance hormonal y podemos apreciar lo que ocurre de una manera muy precisa. Las tonterías que hemos aguantado en la fase ovulatoria por mantener la armonía de las relaciones (su punto fuerte) no las toleramos en ésta. La clave de esta fase es actuar, aprender a soltar el miedo a esa agresividad implosiva que hemos aprendido las mujeres por cultura. No es mejor callar. Lo mejor es pasar a la acción, pues sin acción la rabia nos asfixia y nos consume. Es este nivel de violencia hacia nosotras mismas lo que nos hace daño.

La fase menstrual corresponde a la anciana, la sabia, la Bruja. En esta fase, el cuerpo acostumbra a demandar descanso, ya que nuestro útero está haciendo un trabajo intenso: expulsar el endometrio. Es un momento para la calma, en el que el sueño onírico tiene mucha presencia. Ocurre que en esta fase hemos aprendido que no hemos de descansar. En los años 60 en EEUU, Tampax avisaba a las mujeres de que en esta fase no podían tomarse un respiro de sus tareas, porque su marido se había casado con una esposa a jornada completa. Hoy nos cuentan que en “esos días” podemos ir a montar a caballo con ceñidos pantalos blancos. Como si nos apeteciera. Como si, en realidad, solo “las quejicas y las desinformadas” no supieran que, con “la regla”, se puede hacer todo. Mismo discurso, diferente argumento. Ahora tenemos trabajadoras a jornada completa en lugar de dóciles amas de casa, pero la historia se repite.



Erika Irusta

1 comentario:

Dasilva dijo...

Muy bueno. A veces pasamos por todos esos estados en un mismo día. Ciclos dentro de ciclos.

Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...