Querido Pablo:
No te conozco personalmente, pero ayer terminé de leer tu libro, escrito hace muchos años y reeditado ahora por Blatt y Ríos, Un año sin amor, y estoy conmovido. Por qué? No lo sé, tendría que pensarlo. Imagino que voy a estar mucho tiempo más, todavía, pensando en eso. En tu escritura, en tu inocencia. Si Allen Ginsberg, en Aullido, dice que todo es santo, yo al terminar de leer tu Diario del Sida (así, sin metáforas) sentí que todo, desde la primera palabra hasta la última, era santo también. Era inocente. Incluso las prácticas SM, que podrían escandalizarme un poco (sigo siendo un muchacho de pueblo) son una prueba extrema de esa inocencia. Algún día escribiré algo más extenso sobre este asunto. Y si no lo escribo, no importa. Tu libro está ahí, tu deseo de amor está ahí, hermoso y triste como pocos, aunque por momentos me haya reído tanto... Reído de qué, te preguntarás. De la tristeza, del cansancio, y de las maneras que encuentra el deseo (absurdas, desopilantes a veces) para sobreponerse. En fin, Pablo. Abrazo grande, y muchas gracias por escribirlo.
Osvaldo
(Tomado de su muro de facebook)
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