Yo hablo como proletaria de la feminidad: desde aquí hablé hasta ahora y desde aquí vuelvo a empezar hoy. Cuando estaba en el paro no sentía vergüenza alguna de ser una paria, sólo rabia. Siento lo mismo como mujer: no siento ninguna vergüenza de no ser una tía buena. Sin embargo, como chica por la que los hombres se interesan poco estoy rabiosa, mientras todos me explican que ni siquiera debería estar ahí. Pero siempre hemos existido. Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hombres, que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarse. Siempre hemos existido, pero nunca hemos hablado. Incluso hoy que las mujeres publican muchas novelas, raramente encontramos personajes femeninos cuyo aspecto físico sea desagradable o mediocre, incapaces de amar a los hombres o de ser amadas. Por el contrario, a las heroínas de la literatura contemporánea les gustan los hombres, los encuentran fácilmente, se acuestan con ellos en dos capítulos, se corren en cuatro líneas y a todas les gusta el sexo. La figura de la pringada de la feminidad me resulta más que simpática: es esencial. Del mismo modo que la figura del perdedor social, económico o político. Prefiero los que no consiguen lo que quieren, por la buena y simple razón de que yo misma tampoco lo logro. Y porque, en general, el humor y la invención están de nuestro lado. Cuando no se tiene lo que hay que tener para chulearse, se es a menudo más creativo. Yo, como chica, soy más bien King Kong que Kate Moss.
Virginie Despentes
3 comentarios:
Entonces sí, habla desde el resentimiento. O mejor: desde el fracaso. Pero es como dice: el humor y la invención están de nuestro lado. Eso es lo mejor de todo. Beckett decía: "fail better".
No entiendo bien a qué te referís ¿a qué llamás resentimiento? ¿qué fracaso? Cada quien habla de donde puede ¿no? Incluso desde el anonimato.
Y encima no hay ningún resentimiento en Despentes (si es que entiendo lo que el anónimo se refiere con resentimiento y fracaso). Lo aclara muy bien en la introducción cuando dice algo así como: hay mujeres y mujeres (las que huelen a sexo o merienda, por ejemplo), pero yo no pertenezco a ninguna de esas; y eso no es ni bueno ni malo, y estoy feliz de ser quien soy.
Ese libro es magnífico, Paula.
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