Mi casa, ésta en la que vivo alquilando desde hace 10 años, a la que adoro, tiene dos fresnos en la vereda y en el fondo, un níspero, otro fresco, uno de plumerillos rojos, otro de plumerillos rosas, un laurel, una morera y un limonero (el duraznero se secó hace dos años). Si le sumamos la palmera que planté chiquita adelante y ya no está chiquita y la enamorada del muro de atrás (que se enamora de todo lo que se quede quieto cerca de ella) y la enredadera que puse en la reja del frente, esto es una jungla.
Hace rato había que hacer entrar el sol. Pero qué pena cortar, pero lo natural, pero Rafa que me llena la cabeza con que la puta ciudad, pero la guita, pero pero.
El finde pasado empezaron los señores con la motosierra. Al principio dolió y hubo que frenar el ímpetu para lograr algo como "un corte de pelo" o "un corte de uñas" y no una mutilación. Quedó lindo: unas ramas gigantes aún esperan su turno de ser recogidas por la topadora. Increíble la fuerza verde y la vida que rebrota.
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