"En la casa de Grialet no había libro alguno, pero toda la casa era un libro. El edificio, supe después, havía pertenecido al editor Fussel, que había hecho construir puertas y ventanas como si fueran portadas de volúmenes. Las escaleras de caracol atravesaban el edificio como arabescos; las habitaciones imprevistas aparecían aquí y allá como citas al pie de página; los pasillos se alargaban como glosas imprudentes. Sobre las paredes blancas seextendían escrituras en algún caso trazadas con esmero; en otros, con el apuro que da la inspiración súbita.
(...)
Me hizo pasar a un salón de paredes amarillas, por donde se extendían escrituras en letras negras; havía algo maligno en aquellas palabras, como si se tratara de una enfermedad imposible de detener, una corrupción que en poco tiempo acabaría por tirar abajo las paredes y hundir najo tierra a sus ocupantes. Imposible dormir en esa casa sin temer el contagio, sin temer despertar entre las páginas cerradas de un libro."
De Santis, Pablo (querido). El enigma de París.
(Cualquier semejanza con mis pesadillas es culpa de él)
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