Es difícil y me gusta mucho. Cada uno de mis hijos e hija son tan diferentes, la adolescencia le pega a cada uno a su manera y una tiene que tener más cintura que en body combat para cuerpear los temporales.
En los momentos difíciles son de fierro: empujan auto, arman carpa, se meten en el culo de mamá para dormir y se hacen los grandes para decidir dónde ir, qué hacer, cuánto pelear al hermano.
Como ya he dicho otras veces: ¡ Cuánta vidaaaaaaaa!
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