"Los lectores insisten en creer en la realidad de los personajes ficticios. Don Quijote, Emma Bovary o Leopold Bloom pueden resultarnos más reales que la gente real. El pacto que hace el lector con el texto de ficción es misterioso y fascinante. No importa cuánta presión ejerza el novelista sobre su credulidad y disposición a suspender el escepticismo, el contrato se mantiene: Gulliver es para nosotros un ser del todo vivo en uno de los múltiples mundos de la ficción, por improbable que resulten los seres minúsculos que lo sujetan o que lo examinen caballos elocuentes."
John Banville
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