Capaz de componer un retrato contradictorio que es, en realidad, el resultado de una mordaz e inteligente prosa, de una manera de ver y construir el mundo en el que se busca la positividad, aún en un entorno, político y sentimental, hostil.
Offill lo logró en CLIMA a través del personaje de Lizzy Benson, una bibliotecaria de Brooklyn que divide sus atenciones entre su hijo Eli, su marido Ben y su hermano Henry, que se está recuperando de su adicción a la droga. Una historia que le valió elogios internacionales.
En su anterior novela, DEPARTAMENTO DE ESPECULACIONES, los pilares que temblaban eran los de una relación, iniciada de muy jóvenes que se tambalea en el preciso momento en que llegan los miedos y las dudas. Una mirada atrás que consigue alternar lo perdido con lo que aún está brillante, la pérdida con el amor, la decepción con el entusiasmo.
Leer a Jenny Offill es acercarte a una mirada única, que destila rabia e ingenio, que invoca, entre otros, a Keats, Kafka, Einstein o los cosmonautas rusos.
Si no la conoces, te encantará.
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