Esos raros géneros nuevos
LITERATURA
La literatura argentina tiene su propio canon que se apoyó en el fantástico, el terror y la ciencia ficción desde sus orígenes, así que llevamos el weird en las venas latinas de esta tierra que nos compele a la imaginería, el horror y la belleza.
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Por Florencia Canosa
El presente es raro. Las fronteras tienden a ser borradas y hay nuevas formas de vínculos y autopercepción. Ese desvanecimiento de los límites se traslada a la literatura y deja resquicios para que los géneros «impuros» encuentren su cauce. Hace rato que perdimos la pureza, si es que alguna vez la tuvimos.
Esto es un panorama de algo de lo que brilla en el barro de la literatura.
Una editora me dijo una vez que mi literatura era abrir una cajita de música y que de adentro saliera una stripper. Esa es una definición sui géneris del new weird. Pero ¿qué es? Es ficción especulativa que enfrenta al costumbrismo, siembra la incomodidad y ese desquicio busca rutas alternativas sin apoyarse en explicaciones racionales ni científicas o religiosas, y crea un sentido sobre la incertidumbre. Simplificando, el weird se aparta del romanticismo y la fantasía tradicional combinando ambos elementos con el mundo real.
En la lección inaugural del curso sobre literatura fantástica que dictó en Sevilla en 1984, Jorge Luis Borge dice: «La literatura fantástica nace con el hombre. Está en el primer capítulo del Génesis». “El Matadero”, cuento fundacional de la literatura argentina, es un híbrido de géneros, tomando la forma del romanticismo, pero incluyendo el ensayo, el artículo de costumbres y un coqueteo con el terror. Comienza como una crónica, se torna cuento (va y viene en la categoría), y luego nos pega un sopapo de horror. Con su convergencia y simultánea interrelación de planos, funciones y elementos, “El Matadero”, además de una obra maestra, es un híbrido inclasificable. ¿Estamos, quizás, ante el primer caso de literatura weird local? Por supuesto que no, pero es interesante para pensar la relación de la literatura argentina con los géneros desde sus inicios. Dejo acá la digresión o se va a notar mucho el intento de arrastrar el balde de agua hacia mi propio molino genérico.
Si el nacimiento del género weird se relaciona con Lovecraft, el casting de autores que escriben o han escrito weird incluye a George R.R. Martin, Franz Kafka, Haruki Murakami, Neil Gaiman, Stephen King y Daphne Du Maurier, entre otros.
El weird pasó casi un siglo para reconvertirse, reconstruirse, resignificarse y llegar a lo que hoy, en el siglo XXI, podemos llamar el new weird o, para decirlo en nuestro idioma, la nueva ficción extraña. Ahora encontramos un mix de surrealismo transgresivo, ciencia, ficción histórica, sátira política y fantasía urbana sobre ciudades y personas que se mueven en lo irracional y extraordinario. ¿Será otra etiqueta para englobar lo inclasificable? Sí y no. Se distingue de otros géneros porque es como un hermanito bastardo; tiene un aire de familia, tal vez comparte varios genes, pero no termina de ser aceptado. Lo miran de costado, con cierta desconfianza, con esos tropos no convencionales, sembrando el caos y sin dar explicaciones. El hermano rebelde de una familia de costumbristas y autoficcionales quiere parte de la herencia literaria. Pero, aunque no parezca, el new weird tiene sus propias reglas y no es el nombre de fantasía de todo texto que no sabríamos dónde poner.
Algo nuevo bajo el sol
La editorial Caja Negra, nacida en 2005 con la dirección editorial de Ezequiel Fanego y Diego Esteras, se presenta así: «Caja Negra es una entidad pensante, un organismo tentacular cuya misión es mapear la historia de episodios radicales de experimentación estética, política y vital. De esas experiencias hace libros, y de esos libros una proliferación de alianzas, activaciones culturales, discusiones y recursos críticos orientados a desprogramar la maquinaria del presente y multiplicar futuros inciertos».
Caja Negra salió al mundo con materiales no convencionales, rescates y sorpresas. Nucleó en un mismo lugar a filósofos y pensadores como Bifo Berardi, Mark Fisher, Byung-Chul Han, Helen Hester y Sarah Ahmed, por citar los nombres más conocidos. Se maneja con un par de colecciones en torno a distintos movimientos. La editorial sale de lo tradicional por su estética post-punk, con libros de diseño que lucen como discos y que contienen universos ideológicos, obsesiones de sus editores, fuera del circuito. Tiene libros que se escuchan, libros que se ven, con una lógica experimental que los ubicó en un espacio huérfano dentro de la edición en Argentina; una suerte de laboratorio del lenguaje.
En 2022 dio un salto cuántico y decidió abrir una colección llamada Efectos Colaterales, apostando a la ficción extraña. En una entrevista, Fanego dice: «la realidad se parece más a un universo múltiple y poroso en el que los registros se confunden (...) Si bien decimos que Caja Negra está comenzando una colección de ficción, lo más justo probablemente sería decir que Caja Negra va a experimentar con nuevos registros textuales (más lúdicos, más fantasiosos, más poéticos) para explorar los temas que siempre nos obsesionaron»
En esa línea, comenzaron con dos piezas deliciosas: “Miles de ojos” del boliviano Maximiliano Barrientos, un road trip ballardiano en un antiplano desquiciado contaminado por el metal y el culto a los autos, y “Vaquera invertida” de la australiana Mckenzie Wark, especie de autoficción salvaje y fuera de catálogo que atraviesa la transformación de su autora. Luego se le sumó “Detalle infinito” de Tim Maughan, ficción especulativa sobre la relación con la tecnología. Los próximos títulos del 2022 serán “El reemplazo” de Alexander Laumonier, “Historia universal del after” de Leonardo Felipe y “Espacio negativo” de B.R. Yeager.
La decisión de publicar esta colección fue fruto de mucho tiempo de lectura e investigación colectiva. Los editores hacen circular textos, los discuten, van surfeando entre autores y editoriales y escuchan a otros referentes, como el caso de Mariana Enríquez, quien les sugirió que publicaran a Barrientos.
Caja Negra es una irrupción necesaria en estos tiempos, hibridando literatura con otras experiencias urbanas (música, fotografía, pintura, filosofía), y haciendo del lenguaje un virus −parafraseando a Burroughs− que puede contaminar otras disciplinas.
El new weird argentino
Un fenómeno interesante se da en el seno de la editorial independiente Indómita Luz (editorial que integra la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular - CTEP) que inauguró una fascinante colección de nueva ficción extraña bajo la dirección de Juan Mattio y Marcelo Acevedo (referentes del estudio de los géneros) llamada Arqueologías del futuro. Entre los autores publicados y por publicarse encontramos a los mayores y mejores exponentes del new weird argentino y latinoamericano.
Y también cabe mencionar a Ayarmanot, editorial súper independiente a cargo de Laura Ponce, tal vez una de las mayores referencias intelectuales de la militancia de la ciencia ficción y otros géneros en Argentina, llevando autores y materiales a la visibilidad local, regional y mundial. Laura inauguró una colección de poesía de género, con el espectacular poemario de terror “Siamesas” de María Belén Aguirre (ganadora del Premio del FNA, 2020) y “El fin de la era farmacopornográfica” de Paula Irupé Salmoiraghi, poemario de ciencia ficción.
En las tres editoriales hay una línea política transversal a sus textos, una preocupación extraliteraria de dotar a sus corpus de legítima reflexión sobre lo político y coyuntural, dando un nuevo sentido a lo que es la ficción extraña actual, sobre todo la latinoamericana. No son materiales fuera de contexto ni livianos, aunque usen cierta cualidad pulp en sus formas, sino que llegan para hablar sobre las incomodidades de los entramados sociales y proyectarlos sobre esta des-generación. Plantean escenarios donde se piensa el marxismo, los populismos, el fascismo, lo ambiental, los feminismos y otros tópicos que atraviesan las discusiones actuales.
En definitiva, somos hijos mestizos de la literatura canónica y nunca nos quedamos quietitos en el rincón para subirnos al tren de lo aceptable. La literatura argentina tiene su propio canon que se apoyó en el fantástico, el terror y la ciencia ficción desde sus orígenes, así que llevamos el weird en las venas latinas de esta tierra que nos compele a la imaginería, el horror y la belleza.
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Flor Canosa
Flor Canosa (Buenos Aires, 1978) es escritora, guionista y montajista de cine. Es Jefa de trabajos prácticos de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA desde 2003. Ganó el Premio X de Novela Contemporánea 2015, y luego publicó en Argentina y España (Lolas, Pulpa, Los accidentes geográficos y La segunda lengua materna). Sus cuentos forman parte de varias antologías alrededor del mundo. También hace radio, escribe cómics y guiones de cine y TV para canales y plataformas. En Twitter es @florcanosa
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